Dentellada mortal de Putin a Ucrania ante la mirada impotente de la UE, por Pedro González

Artículo publicado originalmente en El Debate de Hoy el 7 de Diciembre de 2018

Con el pretexto de proteger al país, Vladimir Putin completa una estrategia de ahogamiento a Ucrania. Un argumento basado en la fuerza que la Unión Europea no ha podido contrarrestar, a pesar de las sanciones impuestas a Rusia.

El “zar” ruso Vladimir Putin vuelve a desafiar a lo que queda de Occidente, y en especial a la Unión Europea, con Ucrania como víctima. El cierre del estrecho de Kerch y la consiguiente conversión del Mar de Azov en un exclusivo lago ruso rompe el acuerdo de 2003 entre Rusia y Ucrania para el uso bilateral de dichas aguas, y estrangula los puertos de Mariúpol y Berdyansk, por los que salía el 25% de las exportaciones ucranianas.

Rusia completa así una estrategia de ahogamiento, destinada a la secesión de todo el sudeste de Ucrania. La secuencia se inició en 2014 con la anexión de la península de Crimea y el importante puerto de Sebastopol, base hasta entonces del 70% de las fuerzas navales ucranianas. Luego, en apenas dos años estableció la conexión terrestre entre Crimea y el territorio ruso mediante un gigantesco puente de 18 kilómetros, tendido sobre el propio estrecho de Kerch, con un coste también gigantesco, de 4.500 millones de euros. En paralelo, fuerzas especiales rusas, pero desprovistas de todo tipo de distintivos de identificación, ayudaron decisivamente a que los disidentes prorrusos de Lugansk y Donetsk se alzaran contra Kiev y proclamaran sendas repúblicas populares desgajadas de hecho de Ucrania y sostenidas sin disimulos por Moscú.

Occidente, y especialmente la UE, reaccionaron imponiendo sanciones graduales a Rusia que, a la vista de los hechos, no han distraído en absoluto a Vladimir Putin de su principal objetivo: impedir que Ucrania se incorporara por completo a la órbita de la Unión Europea y de la OTAN. La realidad es que, casi un lustro después de la invasión y anexión de Crimea, ni Estados Unidos, antiguo líder de ese mundo occidental, ni la UE han querido o no han podido contrarrestar la agresiva estrategia del Kremlin.

El sempiterno pretexto de la seguridad

El presidente ruso pretexta siempre la seguridad de Rusia como argumento definitivo para sus decisiones de conquista, al tiempo que se erige en firme protector de las minorías rusas establecidas en países devenidos independientes a raíz de la implosión de la Unión Soviética. Es obviamente un argumento basado en la fuerza, utilizado, por lo tanto, históricamente por todas las potencias descollantes en algún momento de la historia.

El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, ha proclamado la ley marcial, a un paso del estado de guerra, aunque esta no haya sido declarada formalmente, si bien ya se ha cobrado miles de víctimas en los permanentes enfrentamientos del Donbass. Ha pedido a la OTAN que envíe barcos de guerra al mar de Azov para hacer frente a su apropiación de hecho por la marina rusa y sigue rogando a Bruselas por que la UE suba algunos grados más sus presiones a Rusia.

Se puede apostar a que no va a lograr nada de eso. Rusia ha concentrado ya casi medio centenar de buques armados en ese pequeño mar al norte del Mar Negro, y no es en absoluto probable que fuerzas navales de la OTAN naveguen por aquellas aguas más que para darse un garbeo y otear el horizonte, en el mejor de los casos.

Poroshenko, que teme que Rusia reedite la actuación de introducir agentes que solivianten a las poblaciones afectadas por el estrangulamiento de los puertos de Mariúpol y Berdyansk, ha prohibido la entrada de rusos varones de entre 16 y 60 años, pero esa es una medida aplicable a lo sumo ante las garitas fronterizas.

En cuanto a la UE, ocupada sobre todo en suturar las heridas del brexit y en achicar la brecha entre los miembros más veteranos y los incorporados tras la caída del Muro de Berlín, seguirá mostrando su impotencia para resolver un nuevo conflicto dentro de su propio ámbito territorial. Seguirá, eso sí, aflojando la guita. Acaba de aprobar el desembolso de los primeros 500 millones de euros, correspondientes a un nuevo programa de ayuda financiera a Ucrania. Con esta cantidad, la UE ya ha proporcionado a Kiev 3.300 millones de euros desde 2014, la mayor ayuda macrofinanciera a un país de fuera de la Unión Europea. Pero, mientras tanto, Vladimir Putin, en loor de la inmensa mayoría de sus conciudadanos, seguirá reconstruyendo o redelineando el imperio ruso.

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