Discurso de Luisa Castro en la entrega del XXIV Premio de Periodismo «Francisco Cerecedo»

Luisa Castro saluda a SAR el Príncipe de Asturias

Señor, Señora, distinguidos compañeros de la Prensa. En calidad de Presidenta del Jurado, y en nombre de todos los miembros del mismo, me cabe el honor de darles la bienvenida a la ceremonia de entrega del Premio Francisco Cerecedo, que este año recae en la periodista Soledad Gallego-Díaz, a la que doy mi enhorabuena por haber obtenido este galardón.

Me gustaría señalar la satisfacción de todos los miembros del Jurado tras las deliberaciones de este año. El premio Francisco Cerecedo, establecido por la Asociación de Periodistas Europeos y cuyo jurado está compuesto por personalidades del periodismo sobradamente reconocidas por todos nosotros, se reserva sólo a aquellos profesionales que contribuyen día a día, con su oficio y su ejemplo de rigor e independencia, a engrandecer un oficio marcado por el día a día, por la contingencia de las noticias, y a veces por ello destinado a la invisibilidad.

Quisiera destacar que detrás del ejercicio del periodismo hay siempre personas que lo interpretan, que le dan vida, y que trasladan todo lo que ellas son a su trabajo, poniendo lo mejor de sí.

Es el caso de la premiada de esta noche, la periodista Soledad Gallego-Díaz, a la que el jurado ha querido premiar por dos valores tan necesarios en la profesión: su independencia de criterio, la inteligencia de su escritura, de sus valoraciones, y esa mezcla tan inusual de originalidad y sentido de la realidad que la define. A sus espléndidas crónicas dominicales asistimos todas las semanas los lectores que seguimos la actualidad política con preocupación e interés, y las leemos sabiendo que detrás de esa firma, la de Soledad Gallego-Díaz, habrá siempre una mirada segura, directa, limpia, que observa y ordena los síntomas de la realidad como un doctor House del periodismo, implacable, inteligente, responsable. De algún modo Soledad Gallego-Díaz nos cuenta lo que bulle en los entresijos de la vida política con esa proximidad, esa sensatez y esa originalidad que tanto agradecemos los lectores. Ella sabe decir las cosas sin que parezca que habla el experto, el que está por encima, el que es superior. Esto es, sin abstrusismos, sin distancias. De ese modo también nos hace participar y nos invita a un mundo a veces tan exclusivista y cerrado como el de los analistas políticos, dándonos doble ración de periodismo: información y participación.

Es esta una faceta de su trabajo que Soledad Gallego-Díaz ya venía ejerciendo desde hacía mucho tiempo. Su relevancia como periodista en tantos frentes, no sólo en la crónica política, era algo asumido por todos, pero como suele pasar a veces el que más lo merece, por obvio, queda siempre postergado. Este año el jurado consideró que Soledad Gallego-Díaz merecía esta distinción sobradamente, por su larga y sólida trayectoria, que ya era hora de reconocer. Se premió así a una periodista que alcanza esa autoridad y esa libertad que da sólo el trabajo firme y la libertad conquistada.

Creo que Francisco Cerecedo estaría hoy contento de que Soledad Gallego-Díaz llevara su premio. Él encarnó como nadie la libertad de la escritura y el compromiso con la realidad, desde una actitud tan despojada de honores y grandilocuencias como la de nuestra premiada de esta noche. Para eso, para que el buen oficio sea reconocido y difundido, estamos los lectores, los amigos del periodismo responsable y del pensamiento libre, que tanta falta nos hace hoy.

Vuelvo a reiterar mis felicitaciones a Soledad Gallego-Díaz por el premio Francisco Cerecedo, y de nuevo agradezco a todos los presentes su asistencia a este acto de entrega, especialmente a Sus Majestades los Príncipes de Asturias han tenido la amabilidad de compartir hoy con todos nosotros.

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