«El periodismo tiene que estar en la lucha por la verdad».

Palabras de Diego Carcedo en la entrega del XXXIV Premio "Cerecedo"

Majestades,

Este año la entrega, ya tradicional por estas fechas, del Premio Francisco Cerecedo de periodismo coincide en unos momentos en que la actualidad política, agravada por los problemas surgidos en Cataluña, nos demanda a los periodistas una atención especial sobre unos hechos deformados por el fanatismo independentista y la falta de escrúpulos legales de sus protagonistas. Pocas veces nuestros lectores, oyentes y espectadores se muestran como ahora tan interesados, y a veces críticos — como no podría ser de otro modo –, con nuestro trabajo. Con el Periodismo, que no siempre responde a su responsabilidad.

Decía la gran filósofa norteamericana Judith Butler que “el periodismo es inevitablemente un lugar de lucha política”. Un lugar de la vida política, me atrevería a añadir, en que el periodismo tiene que estar en la lucha por la verdad; desde esa verdad que a veces se muestra escurridiza cuando tiene como protagonistas a quienes pretenden ocultarla o cuando se intenta desfigurarla a través de la propaganda, la desinformación y el fanatismo que, en la actualidad, tanto se interfieren en nuestro trabajo y tanto pueden afectar al resultado de nuestro esfuerzo.

Este premio se inspira en el recuerdo ejemplar que desde aquellos años de la Transición a la Democracia – años difíciles también para el periodismo – nos dejó la obra y la profesionalidad de Francisco Cerecedo, un colega prematuramente fallecido cuando estaba disponiéndose a cubrir unos hechos de interés político. Podrían haber sido de cualquier otro interés, económico, social, deportivo… porque de todos ellos se ocupó Cerecedo en su trabajo, y en el tratamiento de todos ellos demostró maestría, brillantez e independencia a la hora de resistir a las presiones.

Florencio Domínguez, nuestro galardonado en esta edición del premio, responde plenamente a esta imagen ejemplar del buen periodismo que requiere, dedicación sin margen para el descuido en el tratamiento de las informaciones, de valentía a toda prueba ante las amenazas y chantajes, de capacidad para la investigación y el análisis y, añadiría también, de manera muy especial estarlo realizando con una discreción y modestia admirables. Florencio Domínguez nunca ha buscado popularidad ni relumbrón en sus éxitos y, sin embargo, ya tiene su capítulo asegurado, un capítulo merecido, en la historia del Periodismo español.

Su trabajo durante muchos años al frente de la agencia Vasco Press ha sido de una importancia extraordinaria para que los españoles estuviésemos bien informados — y lo digo sólo a título de ejemplo –, de las tristes noticias relacionadas con el terrorismo etarra. Pero no sólo de los atentados que tanto dolor causaban sino también de los elementos que falseaban, explicaban y contorneaban aquella actuación dramática de unos obnubilados que creían que todavía en un país libre se pueden conseguir los sueños violentamente.

Florencio Domínguez incorpora esta noche su nombre al cuadro de honor del periodismo español contemporáneo en el que figuran los ganadores del Cerecedo, como en la profesión se conoce este Premio, uno de los más prestigiosos de cuantos se conceden en España. Una vez más el Jurado, presidido en esta ocasión por don José Manuel Romay Baccaría, presidente del Consejo de Estado y ex ministro, ha acertado en la elección. Quiero agradecérselo a todos los miembros y felicitarles por el acierto, lo mismo que naturalmente quiero hacer con el premiado. Enhorabuena, Florencio.

Para la Sección Española de la Asociación de Periodistas Europeos es una gran satisfacción que este premio, del que tanto nos enorgullecemos, haya conseguido superar una nueva edición, ya la trigésimo cuarta, con éxito. Esto es en muy buena medida, lo repito un año más, gracias al patrocinio que tradicionalmente proporciona el BBVA, cuyo consejero delegado, Carlos Torres Vila, nos acompaña. El BBVA, lo decimos en nuestra Asociación con mucha frecuencia, está en el ADN del Premio y es la mejor garantía de su futuro. Gracias, señor Torres que le ruego transmita al presidente, Francisco González que en esta ocasión no ha podido acompañarnos.

Gracias a todos ustedes también por su presencia, por contribuir con su compañía a darle el calor de la amistad a este acto, y gracias muy especiales a sus Majestades, don Felipe y doña Litizia, por honrarnos con su Presidencia y darle al Premio el mayor realce que pueda tener. Somos muy conscientes, Majestades, de lo que supone distraer estas horas que nos dedican de su agotadora agenda. Muchas gracias y, aunque sea saliéndome un poco de mi función como introductor del acto, Majestad, me voy a tomar la libertad de felicitarle, y estoy seguro de que lo hago en nombre de mis compañeros, por la valentía, la claridad y la firmeza de su reciente mensaje especial a la Nación saliendo al paso de la crisis generada en Cataluña.

Escucharle y enseguida observar la incidencia de sus palabras en la opinión pública, en sociedad española, Señor, aquellas palabras nos llenaron, además de tranquilidad colectiva, de orgullo por partida doble: Obviamente como ciudadanos españoles y de manera muy directa por tenerle en nuestra Asociación, abierta por supuesto a periodistas de todas las comunidades autónomas, como nuestro Presidente de Honor.

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