Entre la Historia y el futuro, por Diego Carcedo

«La Historia es un incesante volver a empezar”, decía Tucídides. Y ayer fue un día doblemente histórico para Asturias y para España. La Historia, cuyas lecciones nunca deben olvidarse, echó una mirada atrás en la conmemoración de la Batalla de Covadonga y la fundación de la Monarquía Asturiana e inició una nueva etapa en el futuro que ya encabeza la Princesa Leonor, la Reina que en su día asumirá la herencia de don Pelayo y la continuidad de aquella gesta memorable.

Ha sido un día histórico, en este caso de verdad, que se recordará siglo tras siglo, en el que se celebró la recuperación de una cultura que se hallaba en peligro, y en el que se institucionalizó el proceso de su evolución acomodada al tiempo presente. La Familia Real, que encabezan don de Felipe VI y doña Letizia ensalzaron con su presencia unos actos que durante algunos meses parecían predestinados a quedar reducidos poco más que a la rutina de la celebración del día de Asturias. Desde que hace más de un siglo Alfonso XIII inauguró el Gran Hotel Pelayo, el compromiso Real con Covadonga ha sido inalterable.

Era sin duda una casualidad que este año confluyesen tres centenarios en torno a Covadonga, a su historia, a su significado para los creyentes, y a su entorno geográfico realmente excepcional: el 1.300 aniversario de la batalla que inició la recuperación identitaria de los españoles y el nacimiento de uno de los países más influyentes en la cultura universal, y los primeros cien años de la creación del Parque Nacional de los Picos de Europa y de la Coronación de la Virgen, la popular Santina.

Una triple celebración que también, y en este caso ya no por tanta casualidad sino por la realidad, ha coincidido plenamente con momentos cruciales con algunas de las inquietudes de los españoles. El recuerdo renovado de Covadonga como lugar de encuentro y tolerancia y de cuanto supuso para la integración de España — cobra especial significado en unos días en que algunos españoles parecen haberse olvidado del riesgo que supone que aquella unidad de reacción contra el invasor que encabezó don Pelayo se resquebraje.

Otro motivo importante de celebración fue sin duda el del centenario de la creación del entonces Parque Nacional de la Montaña de Covadonga – uno de los dos primeros en España — y hoy, ampliado, de los Picos de Europa, que se ha anticipado a la protección y defensa del medio ambiente de una de las joyas ecológicas y paisajísticas más valiosas de la Península, y sin duda del continente. La inauguración del nuevo mirador sobre el lago de Enol – que recordará el estreno de la Princesa de Asturias —   pone al alcance de los visitantes la contemplación de la belleza de los Picos y deja el ejemplo de la sensibilidad de la Familia Real por la conservación del medio ambiente, unas de las mayores preocupaciones actuales.

Pero sin duda el recuerdo más significativo — y más predestinado a quedar en los anales de los tiempos –, que deja la jornada es el de la presentación de Leonor como Princesa de Asturias. Fue un acto de gran normalidad institucional, y no por eso menos emotivo, que simboliza ese futuro incesante en que la vida se va abriendo a la Historia.  Y con ese estímulo además que implica para la lucha por la igualdad de géneros el que sea una mujer la predestinada a convertirse en la imagen más visible de un país que 1.300 años después está entre los más modernos del mundo.

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