Diego Carcedo durante su discurso en honor al premiado

Félix de Azúa se incorpora desde esta noche al cuadro de honor del periodismo que enmarca a los ganadores del Cerecedo.

Diego Carcedo en la entrega del XXXII Cerecedo

Majestades.

Muchas gracias por acompañarnos en este acto de entrega del premio de Periodismo Francisco Cerecedo en su trigésimo segunda edición. Treinta y dos años ininterrumpidos convierten a este Premio en uno de los más valorados de cuantos se conceden en España en reconocimiento del buen periodismo que nuestra democracia y nuestros conciudadanos exigen. Este año el premio ha sido concedido a Félix de Azúa, ensayista y analista de la actualidad de prestigio indiscutible.

Hace unos días, Majestad, le escuchamos que la situación es complicada. Creo que es una excelente descripción de lo que está ocurriendo. Estamos viviendo una etapa complicada, sí. En nuestra Asociación, con una clara atención a la situación internacional — aunque sin desinteresarnos nunca de lo que está ocurriendo en España –, contemplamos con preocupación los conflictos que empañan la paz y la cooperación entre los pueblos.

La mayor parte de las noticias que difundimos son preocupantes: crisis, corrupción, refugiados, desempleo, violencia de género y, peor aún si cabe, terrorismo y guerra. La palabra guerra vuelve a cobrar actualidad cotidiana. El rayo de esperanza para la paz que se dejó entrever al final de la Guerra Fría, se ha convertido en un espejismo fugaz. La palabra guerra vuelve a estar presente en nuestras conversaciones agravada ante la expansión terrorista global que sufrimos.

A los viejos conflictos sin resolver desde hace décadas hay que incorporar otros nuevos en Siria, Irak, Ucrania, Libia, Yemen, y un largo etcétera. Y entre todos, uno especialmente preocupante, que es la amenaza sangrienta del fanatismo yihadista, llámese Al Qaeda, Daesh o cualquiera de sus franquicias, que nos mantienen en vilo y alerta con sus atentados salvajes, como los perpetrados recientemente en París, Mali, Túnez y antes, en otras muchas ciudades, Madrid incluido.

Por fortuna en España, después de una larga etapa en la que terrorismo estaba en la preocupación general, disfrutamos de un ambiente de tranquilidad aunque no carente de problemas. La situación, sin ser grave, también es complicada: hay problemas, como los derivados de la crisis económica, en desempleo o la provocación de los secesionistas que intentan imponer sus deseos a los demás, en un desafío a las leyes y a la democracia.

Tanto lo que ocurre dentro como fuera de nuestras fronteras, requiere más que nunca la contribución de todos y para ello las sociedades lo primero que necesitan es estar bien informadas. Y para que las sociedades estén bien informadas, se hace imprescindible la aportación a la actividad pública de un buen periodismo. La sociedad tiene derecho a conocer lo que está sucediendo, por qué está sucediendo y las consecuencias de lo que está sucediendo para que así, cada persona en el ejercicio de su libertad, pueda hacer su propio análisis y establecer sus conclusiones.

Esa información seria, rigurosa y veraz, sólo está garantizado por profesionales comprometidos con su responsabilidad social; con periodistas independientes, apegados a la realidad, despegados de intereses particulares, y con capacidad de comunicación para propiciar el interés y facilitar la comprensión a las personas.

Con profesionales, en resumen como nuestros dos homenajeados esta noche: Francisco Cerecedo, el gran cronista del comienzo de la Transición, y Félix de Azúa, nuestro premiado este año. Félix de Azúa con sus ensayos, en los que entremezcla magistralmente el análisis y la reflexión intelectual es un excelente ejemplo. Félix de Azúa se incorpora desde esta noche al cuadro de honor del periodismo que enmarca a los ganadores del Cerecedo.

El Jurado, presidido por el director de la Real Academia de la Lengua, Darío Villanueva, acertó plenamente con su elección. ¡Enhorabuena, Félix! Y gracias a quienes con tan buen criterio y, entre tantos excelentes candidatos, le eligieron valorando su aportación periodística profunda, con un gran sentido de la actualidad y la oportunidad.

Llegado el momento de expresar agradecimientos, gracias una vez más a sus Majestades, don Felipe, Presidente de Honor de nuestra Asociación, y doña Letizia, la Reina. Su presidencia la valoramos como un respaldo a la importancia que supone que los españoles podamos contar con un periodismo de calidad que estructure y difunda la información tan necesaria para que la vida democrática se desenvuelva con la transparencia y el conocimiento que la sociedad requiere. Gracias, majestades.

Gracias también al BBVA, representado por su presidente, Francisco González, por el patrocinio que tradicionalmente viene haciendo posible esta iniciativa. Bien puede decirse que el BBVA está en el ADN del Premio.

Y gracias finalmente a todos ustedes. Su compañía esta noche nos anima y estimula para seguir trabajando por ese buen periodismo que Cerecedo y Félix de Azúa ejemplifican. Y a seguirlo practicando con entusiasmo y conciencia de que se trata de una aportación fundamental para la buena convivencia entre todos.

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