La Economía de América Latina y sus Perspectivas en 2013, por Ramón Casilda Béjar

La economía mundial continuará su crecimiento, pero a ritmo lento y se situará alrededor del 3% en 2013, ascendiendo gradualmente al 3,5% en 2014 (cerca de medio punto porcentual por debajo de las proyecciones de abril, 2013). Las revisiones a la baja se explican sobre todo por un menor crecimiento proyectado para los mercados emergentes importantes, incluidos los BRIC.

El crecimiento de América Latina y el Caribe (ALC) sigue avanzando a un ritmo lento, reflejando un entorno externo

menos  favorable. Se proyecta que el producto interior bruto (PIB) en 2013 crezca un 2,7% (FMI, octubre 2013); 2,5% (BM, octubre 2013) y 3% (CEPAL, julio 2013), con la demanda interna cumpliendo la función de motor principal.

Para 2014, se prevé que la tasa decrecimiento aumentará levemente hasta el 3% a medida que la demanda externa se consolide gradualmente, pero permanecerá por debajo de la tasa de crecimiento promedio de la última década.

En países con baja inflación y expectativas inflacionarias controladas, la política monetaria debería ser la primera línea de defensa en caso que se materialicen los riesgos externos. La consolidación fiscal sigue siendo adecuada para los países con fuertes restricciones de oferta o espacio fiscal limitado; también ayudaría contener el continuo aumento de los déficits en cuenta corriente.

Salvaguardar la estabilidad financiera y la solvencia de los sistemas financieros, representa una prioridad fundamental en un contexto de condiciones financieras mundiales más restrictivas y mayor volatilidad de los precios de los activos.

 

1. La economía mundial en 2013

La economía mundial continuará su crecimiento, pero de manera lenta y se situará alrededor del 3% en 2013, ascendiendo gradualmente al 3,5% en 2014 (cerca de medio punto porcentual por debajo de las proyecciones de abril, 2013). Las revisiones a la baja se explican sobre todo por un menor crecimiento proyectado para los mercados emergentes importantes, incluidos los BRIC.

El endurecimiento de las condiciones financieras mundiales desde mayo (2013), inducido por la señal emitida por la Reserva Federal de Estados Unidos acerca de una futura reducción de sus compras de bonos, también incidió negativamente sobre las perspectivas de crecimiento y los riesgos.

En Estados Unidos se proyecta que el crecimiento se afianzará desde aproximadamente 1,5% en 2013 a más de 2,5% por ciento en 2014,conforme la continua recuperación del sector inmobiliario y las condiciones financieras aún laxas apuntalen la demanda privada, mientras se disipa la retracción fiscal. El crecimiento en la zona del euro en 2014 entraría en territorio positivo por primera vez desde 2011.

En China, mercado clave para las exportaciones de materias primas de ALC, se proyecta que el crecimiento en 2014 se estabilizará alrededor del 7,2% aproximadamente 1% por debajo de lo previsto en abril. Estas expectativas de menor crecimiento a mediano plazo de China han sido una causa fundamental del debilitamiento de los precios de las materias primas a escala mundial desde el comienzo de año. Aun así, se prevé que los precios permanecerán relativamente altos en comparación con sus niveles históricos. Por el contrario, se prevé asimismo que las condiciones financieras mundiales seguirán siendo más restrictivas que antes de mayo, si bien aún se consideran relativamente favorables.

Sin embargo, persisten los riesgos a la baja, preocupando de manera especial la posibilidad de un crecimiento más débil de lo previsto en las grandes economías emergentes. Además, la incertidumbre acerca del ritmo de normalización de la política monetaria de Estados Unidos puede dar lugar a nuevos episodios de volatilidad en los mercados y dejar al descubierto factores de vulnerabilidad en algunos países.

De materializarse estos riesgos, las políticas en los mercados emergentes tendrán que encontrar el equilibrio adecuado entre apoyar la demanda interna y contener las salidas de capital. Asimismo, al escribir este trabajo, permanecen las muy preocupantes disputas políticas en EEUU que han provocado de momento, un “cierre” de su gobierno federal. Las proyecciones asumen que el cierre será de corta duración y que el congreso autorizará un aumento en el techo de la deuda a su debido tiempo. Si bien, el efecto adverso sobre la economía norteamericana de un cierre corto del gobierno sea probablemente limitado, un cierre más prolongado podría ser bastante más perjudicial; y no elevar el techo de la deuda a tiempo, llevando al país, la primera potencia mundial a un default selectivo, podría dañar muy seriamente la economía global, tanto, que superaría hasta límites no previstos los daños y perjuicios que causaría al conjunto del propio sistema capitalista.

 

1. La economía de América Latina en 2013

El Fondo Monetario Internacional (FMI), en su Informe perspectivas de la economía mundial (octubre 2013), rebaja el crecimiento de América Latina y el Caribe (ALC) al 2,7%, inferior al crecimiento de la economía mundial que crecerá un 2,9%,  pero superior al de las economías avanzadas que se situará en un 1,2%.

El Banco Mundial (BM), en su informe La desaceleración en América Latina y el tipo de cambio como amortiguador (octubre, 2013), tal como su título indica se centra en los aspectos monetarios, fijando el crecimiento de la región en un 2,5%.

La Comisión Económica Para América Latina (CEPAL), en su Estudio económico  de América Latina y el Caribe 2013 (julio 2013), estima que ALC, crecerá un 3%, medio punto porcentual menos que los pronósticos del Balance económico actualizado de América Latina y el Caribe 2012 (abril 2013), que situaba el crecimiento en el 3,5%.

Por tanto, la primera cuestión que de inmediato surge, es la pregunta que está calando en la región: ¿han finalizado los vientos externos favorables que impulsaban la economía de ALC? O puede que haya llegado la trampa del ingreso medio. La trampa de ingresos medios se refiere a países que se estancan y no crecen a los niveles de los países avanzados. En un país que crece establemente, la línea debiera elevarse continuamente a lo largo del tiempo (crecimiento positivo), esto es, hacia niveles de ingreso mayor. Esta es la experiencia de Corea del Sur. Pero muchos países de ingreso medio no siguen este patrón. Al contrario, tienen cortos períodos de crecimiento, compensados por períodos de contracción.

Esa es la trampa del ingreso medio —incapaz de competir con economías de bajos ingresos y bajos salarios en la exportación de manufacturas, e incapaz de competir con economías avanzadas en innovaciones de alto nivel.

Seguidamente, teniendo como referencia los informes que realizan el FMI, BM y la CEPAL, analizamos la economía de América Latina para 2013.

 

2.  Fondo Monetario Internacional

El Fondo Monetario Internacional, en su Informe de perspectivas de la economía mundial (octubre, 2013), rebajo sus previsiones de crecimiento para ALC y recordó que persisten los riesgos, por lo que se debe estar muy atentos.

La volatilidad externa y la falta de empuje de la demanda interna en general harán que en 2013, el Producto Interior Bruto (PIB) latinoamericano crezca un 2,7%, aunque repuntará en 2014, debido a la mayor fortaleza de la demanda externa, pero sin la desaparición de los riesgos. Por lo cual recomienda, la importancia de mantener una «consolidación fiscal gradual» en los países con espacio fiscal, así como contener la inestabilidad en el sistema financiero por la volatilidad en los flujos de capital y no rebajar el ritmo de reformas estructurales.

Los nuevos datos sorprenden en cuanto a Brasil y México, primera y segunda economía regional.

Brasil, en el último año ha visto cómo el FMI rebajaba sus previsiones, aunque crecerá en 2014 con una mejora de la competitividad apoyada en la depreciación de su moneda (lo que Guido Mantega, llamo guerra de divisas), pero con una inflación mayor, lo cual reduce el ingreso real y lastra el consumo, apoyo vigoroso para el crecimiento de los últimos años de la economía brasileña.

México, verá rebajado su PIB, en parte, por un menor gasto público, una caída en la actividad de construcción y la débil demanda desde Estados Unidos, pero se espera que el crecimiento repunte progresivamente  gracias a la mejora de la actividad manufacturera por la demanda estadounidense, mientras comienzan a dar frutos las reformas iniciadas por el gobierno del presidente; Enrique Peña Nieto.

La evolución prevista de los países para 2014 será desigual, si bien, aquellas economías con alta dependencia de las exportaciones de materias primas seguirán mostrando una evolución sólida, como es el caso de Colombia, Perú, Chile o Bolivia, con la excepción de Venezuela, donde los problemas de cortes energéticos y controles de cambio están limitando el crecimiento, además de los enfrentamientos del equipo de gobierno entre partidarios de la apertura y sus oponentes.

Para Argentina, se espera un mayor crecimiento por la mejora de las cosechas, pero limitado por los controles de divisas y administrativos. Aunque los datos de PIB e inflación en los que se basa son oficiales, siguen sin encajar en los estándares de calidad propios el FMI.

En consecuencia, la alta dependencia exportadora de materias primas en la mayoría de las economías latinoamericanas, sigue exponiendo a la región ante una caída de los precios, y el FMI advierte de un escenario adverso por un menor crecimiento de importantes socios comerciales como es el caso de China (principal socio comercial de Brasil) y otras economías desarrolladas como las europeas.

El FMI recomienda a los países «políticas basadas en evaluaciones realistas», y recuerda el peligro de «mantener crecimientos insostenibles y demasiado altos a través de estímulos fiscales», algo que debilitaría las finanzas públicas y el déficit por cuenta corriente. En esta situación, se debe de tener muy presente,  que la económica  mundial no deja mucho margen de maniobra, “por lo que los países deben proceder a una consolidación fiscal gradual que proteja a la vez, la inversión pública y el gasto social necesario».

América Central, crecerá hasta el 2014, si bien, debe tomar medidas ante la caída de remesas un vínculo esencial para sus economías. Para el Caribe, recomienda mayor consolidación fiscal, dada la menor actividad turística y en construcción eleva los riesgos.

 

  • Previsiones por países

 

Brasil para 2013, se le rebaja su previsión al 2,5% y para 2014 registrará igual crecimiento. Hace seis meses, le auguraba un crecimiento del 3% y del 4% respectivamente. La depreciación de su moneda le ayudará a mejorar la competitividad exterior y amortiguará “parcialmente” el impacto de un incremento de tipos de interés, pero la inflación estimada en el 6%, juega en su contra y puede lastrar el consumo, que actúa como motor del crecimiento. Además, de continuar la incertidumbre política y social, frenará la actividad productiva.

México, al poder contar con un tipo de cambio más flexible, una inflación más baja y una mejor política fiscal, le permite amortiguar los cambios estructurales que se encuentra realizando. Se espera un crecimiento del 1,2% frente al 3,6% en 2012. Este recorte en la previsión de más de dos puntos, es reflejo del fuerte debilitamiento en el primer semestre. El PIB volverá al 3% en 2014, gracias a un repunte de la demanda de EE UU y al impacto de las reformas que necesariamente deberían relanzar la productividad. En el periodo 1991-2011, la productividad total de los factores fue negativa en 0.39% en promedio anual. En comparación con otros países, en dicho periodo la productividad fue positiva en Estados Unidos con 0.39%, Francia con 0.25% y el Reino Unido con 0.57%. En tanto, al igual que en México, la productividad en España fue negativa en 0.58% y en Italia un 0.29%.

Argentina, tendrá un crecimiento del 3,5% con lo que casi dobla el 1,9% con el que cerró 2012 y es mejor que el 2,8% de las previsiones de julio. El ritmo de la expansión se moderará al 2,8% en 2014, en este caso se recorta frente al 3,5% que se recogía en la previsión anterior.

Colombia, tendrá una moderación del crecimiento desde el 4% en 2012 al 3,7% en 2013, para nuevamente regresar en 2014 al 4,2%. La proyección anterior,  fue del 4,1% y 4,5%, reflejo de los cuellos de botella con los que se puede topar su economía por la caída en el precio y en la demanda de las materias primas.

Chile, Perú y Uruguay, tendrán una moderación del crecimiento a un nivel más sostenido, aunque seguirán siendo “relativamente fuerte”, pues el incremento de los salarios y las bajas tasas de paro deberían estimular el consumo privado.

El FMI, para el mediano y largo plazo, recomienda seguir consolidando la competitividad en toda ALC, aumentando la productividad e incrementando el ahorro sin que se reduzca la inversión. Un triángulo este, virtuoso en sí mismo, tanto como llevarlo a cabo. Además indica, que con la participación laboral alta y el desempleo bajo, los países necesitarán confiar en la acumulación de capital y ganancias en la productividad para mantener altos ritmos de crecimiento.

El FMI, señala que el riego principal regional, lo constituye la dependencia general hacia el comercio de las materias primas. Los motivos son la caída de los precios y la disminución de la demanda en países hacia los que exporta, como China. Por lo general, solo este componente disminuirá en medio punto el crecimiento de ALC.

Así mismo, los Gobiernos deben reconocer debidamente las tendencias menos benignas y ajustarse a ellas: caída de los precios de las materias primas, reducción de los flujos de capitales e inversiones extranjeras y una mayor volatilidad en los mercados financieros globales. También, deben de evitar la tentación de contrarrestas la moderación del crecimiento con políticas fiscales expansivas. El énfasis en todo caso debe de ponerse en construir colchones fiscales fuertes que permitan a los países responder a los factores adversos. Por todo lo cual, el principal desafío para ALC será lograr una transición sin sobresaltos hacia tasas de crecimiento más sostenibles y ante un entorno menos favorable. Los vientos a favor están cediendo.

 

3.  Banco Mundial

El Banco Mundial, en su informe La desaceleración en América Latina y el tipo de cambio como amortiguador (octubre, 2013), indica que el crecimiento de la región será del 2,5%.

Este informe centrado en el tema monetario de ALC, ofrece un mensaje positivo, no obstante, reconoce que las noticias económicas y financieras de los últimos meses, han confirmado la retirada de los vientos externos favorables que impulsaron la actividad económica en ALC durante la última década.

Desde la atenuación del crecimiento de China y sus implicaciones para los términos de intercambio de una región rica en recursos naturales, así como la normalización, aparentemente inevitable de la política monetaria de EEUU, se encuentran acaparado la atención de los responsables de políticas económicas de la región.

La convergencia de la “desaceleración” (que afecta a la mayoría economías emergentes), la curva de tipos de interés estadounidense al alza y las sobrerreacciones de los mercados financieros ante los cambios en las percepciones sobre el calendario y las implicaciones de la reversión de la flexibilización cuantitativa en EEUU, complican el entorno externo de manera significativa. Cabe encontrar algún consuelo en la paulatina recuperación económica de EEUU (pese a encontrarse asediada por la incertidumbre creada por los corrosivos puntos muertos de la política de ese país como el acuerdo para fijar el techo de deuda) y en el hecho de que la economía de la Unión Europea parece haber tocado fondo. En conjunto, no obstante, el entorno global ya no es tan propicio para los mercados emergentes en general y para ALC en particular.

Ciertamente, la desaceleración del crecimiento de la economía latinoamericana forma parte de una ralentización (en términos de magnitud y de calendario) de las economías emergentes, que ha generado en la región una reducción de aproximadamente 3 puntos porcentuales de las tasas de crecimiento desde los máximos del 6% en 2010 al 3% en 2012 y 2,5% para 2013, y con crecimientos heterogéneos de los países.

Las predicciones de crecimiento para 2013, varían mucho y oscilan entre el 1% en Jamaica y Venezuela y las tasas asiáticas del 5,5% y el 8% en los dos países con mejor desempeño durante la última década, como Perú y Panamá. Resulta tranquilizador, que un buen número de países medianos como Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala y Uruguay, se sitúen por encima del promedio regional, si bien, los gigantes de la región, Brasil y México, crecen por debajo del promedio y, en concreto, México, pese a la ola de reformas en marcha que alimenta el optimismo de los inversores.

Esta desaceleración junto con la intensificación de la volatilidad de los flujos de capitales y los precios de los activos financieros —incluidos los intereses de los bonos nacionales y las monedas— han desencadenado una ola de pesimismo respecto al futuro de la región. Expresiones como “economías sumergidas” y “la fiesta se acabó”, se han vuelto habituales en la jerga de los analistas e inversores, que se lo aplican sobre todo a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, y Sudáfrica), pero también han contaminado las percepciones sobre ALC, lo que supone un vuelco en las opiniones que hasta hace poco tiempo no hacían sino alabar la década de progreso económico y social de la región.

Actualmente, los escépticos sostienen que este progreso, fue en buena medida un espejismo, esto es, que la región metabolizó las ganancias en los términos de intercambio y la bonanza de las entradas de capitales en forma de una expansión impulsada por el crédito (insostenible en última instancia) basado en el consumo interno que escondió (y alimentó) debilidades macro-financieras subyacentes, y una oportunidad perdida para impulsar  un mayor desarrollo que la región no logró aprovechar dadas las condiciones externas favorables para construir los cimientos del crecimiento de la productividad, la eterna asignatura pendiente.

En su versión más pesimista, esta postura predice que el actual deterioro del  entorno exterior, sacará a relucir la frágil dependencia de la región a los flujos de capital de naturaleza especulativa, y como consecuencia, la recesión se convertirá en drama, esto es, el tipo de caos macroeconómico y financiero que tendió a generarse en ALC en la década de 1990, después de los frenazos repentinos y las reversiones de tendencia de los flujos de capitales.

¿Está justificado este pronóstico tan sombrío? El informe evalúa la importante pregunta y aporta un punto de vista optimista, pero sujeto a matices. Al respecto, sostiene que la década pasada de progreso económico y social de la región está lejos de ser una ilusión. Para hacer esta afirmación, basta con dejar claros unos pocos hechos relacionados con el crecimiento combinado con equidad que caracterizó la década anterior

En primer lugar, mientras que el crecimiento estuvo efectivamente impulsado por la demanda interna (y no por la externa, como en Asia), no se basó meramente en el consumo. La fuerte expansión de la inversión también jugó un papel crucial, hasta el punto de que el ratio de inversión de la región hoy se compara favorablemente con el de los países de ingreso mediano de Asia oriental.

En segundo lugar, los déficits por cuenta corriente de ALC, se han financiado en buena medida con inversión extranjera directa (IED) y no con inversión en cartera a corto plazo, como suele creerse. Surge de nuevo, la cuestión de la calidad de la IED y si ALC ha aprovechado de modo adecuado sus potenciales positivos, cuestiones distintas y quizás problemáticas que exigen un estudio detenido.

En tercer lugar, mientras que la rápida expansión de los créditos al consumo ha despertado, como es natural, preocupación desde el punto de vista de las políticas, su crecimiento total resulta moderado en comparación con el de otras regiones de ingreso medio, por encontrarse controlado por autoridades reguladoras estrictas y, por tanto, no plantea riesgos sistémicos significativos (excepto quizás en los países caribeños frágiles desde el punto de vista financiero).

En cuarto lugar, el progreso social experimentado por la región durante la última década —en la que 70 millones de latinoamericanos abandonaron la pobreza y en torno a 50 millones se unieron a la clase media— fue real y, pese a que podría estancarse y generar expectativas frustradas en un escenario de menor crecimiento, es poco probable que se revierta en el corto plazo.

Ahora llegamos al corazón del informe, en lo que centra sus análisis, en la mejora del “sistema inmunológico macro-financiero”, que representa un auténtico logro histórico, lo cual debería posibilitar que varios de los países más grandes de AL —en especial aquellos con marcos de la política monetaria basados en los objetivos de inflación y con tipos de cambio flexibles— recurran a las “depreciaciones” para absorber los shocks externos y estimular la economía nacional, amortiguando así la recesión mientras los vientos favorables se apagan.

Además, habida cuenta de las incertidumbres globales y la agitación de los mercados financieros, se puede argumentar que dichas depreciaciones probablemente tendrían que estar acompañadas por intervenciones activas, de los bancos centrales en el mercado cambiario para poner freno al exceso de volatilidad de las cotizaciones. Hay dos cambios fundamentales que explican por qué los países de la región que tienen objetivos de inflación pueden ahora embarcarse sin miedo en depreciaciones en un contexto de recesión cíclica.

El primero es la desdolarización de los contratos financieros, que ha reducido sustancialmente los efectos adversos (sobre la solvencia) de las depreciaciones sobre los balances de los deudores (familias, empresas y gobierno). El segundo es la importante reducción de la llamada “transmisión del tipo de cambio hacia los precios”, una disminución que refleja la mayor credibilidad de la política monetaria que coordina las expectativas futuras en torno al objetivo de inflación previamente anunciado por el banco central y rompe así con la vieja tendencia de fijar los precios y los salarios mirando al pasado —a saber, indexándolos a la inflación y la devaluación pasadas—.

Al haber dejado atrás el temor a la devaluación, los países con objetivos de inflación ya están preparados, por primera vez en su historia monetaria, para disfrutar de los beneficios de libro de texto que trae consigo una depreciación durante una recesión. Cuales son los beneficios. En primer lugar, estos beneficios de contar con tipos de cambio flexibles hacen posible una política monetaria independiente y anticíclica, mediante la cual los bancos centrales pueden reducir los tipos de interés para estimular la actividad nacional en un contexto de reducción de la demanda exterior.

Este escenario, no es precisamente el caso de Brasil, que lleva cinco subidas consecutivas de sus tipos colocándose de este modo, en el país del mundo donde es más caro el precio del dinero. La presidenta Dilma Rousseff había hecho suya, al llegar al gobierno, la causa a favor de una rebaja drástica de los tipos de interés para ayudar la recuperación de la economía. Sin embargo, al dispararse la inflación se ha visto obligada a ceder a las exigencias del Banco Central que del 7,25% de abril ha pasado al 9,5% y ya se prevé que acabe el año con un 10%, alcanzado la cifra emblemática de los dos dígitos.

En segundo lugar, la depreciación de la moneda en una recesión puede contribuir a mantener la balanza exterior bajo control y, al mismo tiempo, estimular la producción y el empleo nacional, al incentivar no sólo las exportaciones sino también la producción de bienes y servicios para el mercado interno. Por supuesto, la pregunta de si la elasticidad de la oferta en la región es suficientemente fuerte para que estos efectos positivos se materialicen.

En tercer lugar, una depreciación de la moneda puede, al ajustar rápidamente el valor relativo de los activos nacionales y extranjeros, mitigar las salidas de capitales mediante el respaldo a las entradas “en busca de gangas”.

Los detractores de esta postura de devaluación de las monedas, podrían apuntar al hecho de que los bancos centrales que tienen objetivos de inflación intervienen de manera intensa en los mercados cambiarios, lo que generaría dudas sobre hasta qué punto son realmente flexibles las divisas. En el informe se argumenta que estas intervenciones son justificadas. Por un lado los bancos centrales aumentan sus reservas como mecanismo de autoseguro. Además, y este es el “foco del informe” (el tipo de cambio como amortiguador de la desaceleración económica), se presentan evidencias según las cuales, estas intervenciones ya no pueden calificarse como esfuerzos para defender lo indefendible, esto es, cuando los bancos centrales pierden cantidades importantes y se ven forzados a comprar caros los dólares que absurdamente vendieron baratos en un intento inútil de aferrarse a un tipo de cambio inviable.

Por el contrario, la evidencia revela que los banqueros centrales con objetivos de inflación no intervienen para luchar contra los factores fundamentales sino, sobre todo, para mitigar el exceso de volatilidad: compran dólares (y acumulan así reservas internacionales) cuando el tipo de cambio está sobrevalorado con respecto a su nivel de equilibrio y venden dólares (y reducen así las reservas internacionales) cuando está infravalorado.

Dado que la intervención está así motivada, las preocupaciones sobre sus costes cuasi fiscales resultan exageradas. De hecho, el informe muestra que, una vez que las ganancias y pérdidas de capitales se tienen en cuenta debidamente, las intervenciones esterilizadas de los países con objetivos de inflación durante la última década han generado costes bastante pequeños e incluso, en unos pocos casos, han generado ganancias (si bien la eficiencia de una intervención no puede juzgarse teniendo en cuenta únicamente la rentabilidad financiera).

Además, aunque la medición de la efectividad de las intervenciones sigue planteando retos empíricos, investigaciones recientes sugieren que pueden influir en los movimientos de divisas y limitar así las desviaciones excesivas. Habida cuenta de este cambio fundamental en el marco de las políticas macro-financieras, las depreciaciones de las monedas deberían dejar de interpretarse como señales de emergencia financiera y presagios de crisis. Así, sería preferible verlas, al menos en los países de ALC con objetivos de inflación, como un aspecto saludable de un proceso de ajuste macroeconómico más eficiente y propicio para la creación de empleo en un contexto de recesión inducida por la adversidad de los acontecimientos exteriores.

Ciertamente, se puede argumentar que las recesiones o las desaceleraciones de la región inducidas desde el exterior se parecerán cada vez más a las fases bajas de los ciclos habituales de las economías avanzadas. En este sentido, la tendencia a analizar la vulnerabilidad macro-financiera actual mediante categorías que eran aplicables en la década de 1990 es claramente errónea, puesto que ignora la reconfiguración silenciosa de las instituciones y las políticas que ha dado lugar a un nuevo y reforzado sistema inmunológico macro-financiero.

Estas son las buenas noticias para ALC, por supuesto, pero las malas noticias son, que ni todos, ni la mayoría de los países son partícipes de la mejora de la resistencia macro-financiera. Sin duda alguna, aquellos con objetivos de inflación como Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, cuentan con el 70-80% de la población y el PIB de ALC, y constituyen, en cierto sentido, la columna vertebral de la región, pero solo representan a un pequeño porcentaje del número total de países de la misma.

Desafortunadamente, los países cuyas políticas monetarias  no se basan en metas de inflación tendrán una capacidad mucho menor de amortiguar la desaceleración. En este grupo se incluyen los países de América Central y el Caribe, demasiado pequeños y abiertos para poder desarrollar una política monetaria independiente, lo que resulta todavía más grave cuando el espacio de maniobra de la política fiscal anticíclica es casi inexistente debido al sobreendeudamiento público y/o la fragilidad del sistema financiero.

Algunos países de América del Sur también se encontrarán con escaso o nulo margen de maniobra de la política monetaria, pues no han desarrollado el engranaje institucional y político necesario para respaldar completamente los objetivos de inflación pese a estar integrados en los mercados financieros internacionales.  Otros países de América del Sur como Bolivia, pese a tener un sistema de política monetaria distinto, están protegidos de otra manera, pues su globalización financiera es mucho menor y han acumulado ahorros fiscales sustanciales a los que pueden recurrir en caso de necesidad.

En resumen, con respecto a la capacidad de absorber shocks ante el deterioro del entorno exterior, no hay que caer en el pesimismo, pues, en vista de las obvias mejoras del sistema inmunológico macro-financiero de la región. Parece más apropiado adoptar una actitud de optimismo cauto. La habilidad de dejar que el tipo de cambio se deprecie sin miedo e implementar políticas monetarias anticíclicas contribuirá sin duda a amortiguar el componente cíclico de la desaceleración, si bien resultará claramente insuficiente para resolver los problemas estructurales que dificultan que ALC, se sitúe en una senda de crecimiento mayor.

De acuerdo con el informe, pese a todas sus virtudes, la fortaleza macro-financiera podría coexistir con el crecimiento anémico durante largos periodos de tiempo, conviviendo con un ahorro escaso y una productividad baja, que frenaría el ritmo del progreso social seguido por ALC en la última década. Si no se produce un gran impulso en la agenda de la productividad, la región se arriesga a caer en una trampa de este tipo en los años venideros. Este, y no los fantasmas macro-financieros de la década de 1990, sigue siendo el mayor reto del futuro para América Latina y el Caribe.

 

4. Comisión Económica para América Latina

La Comisión Económica Para América Latina, en su Estudio económico  de América Latina y el Caribe 2013 (julio 2013), estima que ALC, un 3%, medio punto porcentual menos que los pronósticos del Balance económico actualizado de América Latina y el Caribe 2012 (abril 2013), que situaba el crecimiento en el 3,5%.

Considera que las causas de los vientos menor favorables,  se deben en parte a la baja expansión  de Brasil y  México, que unido a varios países que venían creciendo a tasas elevadas como Argentina, Chile y Perú,  tienen una desaceleración de su actividad económica durante los últimos meses.

El estudio añade, que la región muestra algunas debilidades que podrían afectarla, tanto en el corto como en el largo  plazo dado al actual escenario externo negativo.  Entre ellas se encuentran una alta dependencia de las exportaciones hacia Europa y China, un creciente aumento en el déficit en la cuenta corriente -que llegaría a 2% del PIB en 2013, el mayor desde 2001-, serias restricciones fiscales en el Caribe, América Central y México, y vulnerabilidad en América del Sur surgida a partir de su dependencia de los recursos naturales debido a su alta dependencia de las exportaciones principalmente a China.

Asimismo, verifica que el crecimiento económico continúa siendo muy dependiente del consumo interno, el cual esta mostrado un repunte menor que el año anterior, mientras que el aporte de la inversión al PIB será modesto y las exportaciones netas tendrán una contribución negativa debido a un aumento mayor de las importaciones que las ventas al exterior.  Estas últimas han registrado una disminución en el primer semestre del 2013 y se enfrentan muy probablemente a la terminación del período de auge en los precios de los productos básicos.

El actual escenario preocupa, pues pone de manifiesto problemas de sostenibilidad del crecimiento en la mayor parte de las economías de la región y justifica plantear la necesidad de ampliar y diversificar sus fuentes de expansión.  “Necesitamos un pacto social para aumentar la inversión y la productividad, y cambiar los patrones de producción para crecer con igualdad».

Este desempeño económico moderado de la región, se encuentra vinculado al débil crecimiento de la economía mundial. De acuerdo con las estimaciones de la CEPAL, el crecimiento en 2013 estará liderado por Paraguay, con un PIB del 12,5%, seguido por Panamá (7,5%), Perú (5,9%), Bolivia (5,5%), Nicaragua (5%), Chile (4,6%),  Argentina (3,5%) Brasil (2,5%), México (2,8%), Centroamérica (4%) y América del Sur (3,1%). El Caribe, en tanto, mantendría la tendencia al lento aumento en su crecimiento mostrada en años anteriores y llegará al 2%.

Aunque durante el primer semestre de 2013, descendieron los precios de varios productos de exportación de la región, especialmente los minerales y metales, el petróleo y algunos alimentos, sin embargo, se espera que el volumen de las exportaciones aumenten un 3%, frente al 1,5% registrado en 2012, pero todavía muy por debajo de las tasas superiores al 20% anotadas en 2010 y  2011. Por su parte las importaciones, crecerán el 6%, algo menor con el 4,3% de 2012.

CEPAL realiza un diagnóstico del crecimiento económico durante las tres últimas décadas y presenta propuestas para estimular  un aumento de la inversión y de la productividad, con el fin de alcanzar un crecimiento más estable y sostenido en el futuro. Al respecto, señala que si bien se registraron transformaciones económicas profundas, persisten elevados grados de desigualdad y pobreza en varios países.  Asimismo, y a pesar de la favorable evolución de los términos de intercambio, la acumulación de capital ha sido insuficiente y la productividad laboral ha tenido un progreso limitado.

Además se recalca la necesidad de contar con una institucionalidad sólida y el establecimiento de pactos sociales para favorecer la inversión, incluyendo como parte de ello políticas macroeconómicas estabilizadoras y contracíclicas de corto  plazo, así como políticas macroeconómicas de largo plazo, coordinadas  con otras políticas industriales, sociales, laborales y ambientales, para favorecer un cambio estructural sostenible con mayor productividad que favorezca el comercio  internacional de América Latina y el Caribe. Nuevamente una gran declaración, que se viene postergando en el tiempo.

 

  • El comercio exterior de América Latina

 

CEPAL, en su informe anual Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe 2013 (octubre, 2013), señala tal como se ha indicado, que el débil contexto económico internacional afecta el dinamismo del comercio mundial, cuya expansión será de solo un 2,5%. Con ello, el comercio crecería menos que el PIB global por segundo año consecutivo, lo cual no ocurría desde los años ochenta.

El desempeño del comercio exterior de América Latina y el Caribe, que indudablemente, tal como se ha indicado,  refleja la débil coyuntura económica mundial. En 2013 se proyecta un crecimiento del valor de las exportaciones regionales de tan solo 1,5% (-1,5% en precio), similar al 1,4% registrado en 2012. Entretanto, el valor de las importaciones se expandiría un 4,5%, con lo que el superávit comercial de la región, que alcanzó los 41.000 millones de dólares en 2012, se reduciría a 8.000 millones en 2013.

Según el informe,  México y Centroamérica, cuyas ventas externas se dirigen principalmente a Estados Unidos, se vean beneficiados por la incipiente recuperación de este país. Sin embargo, el lento crecimiento europeo frenará las exportaciones de algunos de los países sudamericanos que están más orientados a este mercado.

Los países de América Latina y el Caribe cuyas exportaciones se orientan a China y el resto de Asia probablemente tendrán un mayor crecimiento en volumen pero, al mismo tiempo, habrá un cambio gradual en la demanda desde los productos básicos hacia los más elaborados.

A nivel de países, Paraguay y Uruguay registrarían los mayores aumentos del valor exportado en 2013 (33% y 14%, respectivamente), en gran medida por la fuerte expansión de sus exportaciones de semillas de soja y carne.  Al contrario, algunos países de la región registrarían caídas en el valor de sus exportaciones, como por ejemplo Perú (-9,7%). México, el principal exportador regional, registraría un crecimiento de sus ventas externas cercano al 3%. Por su parte, Brasil, segundo mayor exportador regional, vería un estancamiento de sus exportaciones.

También las ganancias de los términos de intercambio entre 2004 y 2011 contribuyeron a casi la mitad del crecimiento del ingreso nacional bruto en Chile (47%), explicando también aportes significativos en los casos de Ecuador (35%), México (27%) y Brasil (22%). Estas cifras evidencian la excesiva dependencia del ciclo de los precios internacionales de los productos básicos, un rasgo crítico del desarrollo de la región.

 

  • Los tratados comerciales: las mega negociaciones comerciales 

 

CEPAL en el informe, resalta que uno de los principales rasgos de la actual coyuntura económica internacional son las negociaciones de los nuevos tratados comerciales “mega-regionales”, que vinculan las tres principales redes de producción mundial: Europa, América del Norte y Asia. Varias negociaciones mega-regionales en curso están modificando el panorama del comercio mundial. Destacan en ese plano, el Acuerdo Transpacífico de Asociación, el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión entre Unión Europea y Estados Unidos, la Asociación Económica Integral Regional (que involucra a los 10 miembros de la ASEAN más Australia, China, India, Japón, Nueva Zelanda y República de Corea) y los TLC China-Japón-República de Corea y Unión Europea-Japón. Todas estas iniciativas apuntan a crear grandes espacios económicamente integrados, tanto regionales (en Asia) como transatlánticos y transpacíficos.

Estas mega-negociaciones incluyen temas no regulados por la Organización Mundial del Comercio (OMC) y que son importantes para las redes internacionales de producción. Su agenda temática se va haciendo cada vez más sofisticada, buscando armonizar las reglas mediante las cuales operan las distintas redes de producción, para facilitar las operaciones de las empresas multinacionales presentes en América del Norte, Europa y Asia.

Estas negociaciones en curso, probablemente tendrán un fuerte impacto en la distribución geográfica y la gobernanza de los flujos mundiales de comercio e inversión en los próximos años. La magnitud de estas iniciativas podría implicar que hacia el año 2020, se haya producido una verdadera redefinición de las reglas del comercio internacional. Hasta ahora, esta redefinición se realiza al margen de la OMC y sin abordar algunos de los temas pendientes en la agenda comercial que más interesan a los países en desarrollo.

Producto de estas negociaciones los países latinoamericanos, además de   una desviación en los flujos de comercio e inversión, podrían enfrentar algunas restricciones en el acceso a las oportunidades de conocimiento e innovación que proveen las nuevas tecnologías. Ello, en caso de primar las posturas que hasta ahora se conocen de parte de los negociadores de las principales economías.

El fenómeno del mega-regionalismo plantea el desafío de mejorar la calidad de la inserción económica internacional de ALC, a lo que ayudaría la gestación de redes de producción subregionales y el avance hacia políticas industriales plurinacionales. Para ello se examina el potencial de algunas redes subregionales de producción y se sugieren políticas que pongan en el centro de la integración regional el aprendizaje sobre clusters y políticas industriales de reciente aparición.

 

  • La inversión extranjera directa

 

Sobre las corrientes de inversión extranjera directa hacia América Latina, cuyas aportaciones son fundamentales para su crecimiento y desarrollo, según CEPAL registraron un moderado crecimiento durante la primera mitad de 2013 en comparación con igual período de 2012. Los 13 países de la región que presentan datos recibieron 102.951 millones de dólares, monto 6% superior a lo registrado durante el primer semestre del año anterior.

Brasil fue el principal receptor, pues entre enero y agosto de 2013 absorbió 39.014 millones de dólares, suma 10% inferior a la recibida durante los mismos meses del año pasado. Esta caída se concentró en los sectores de siderurgia, alimentos y bebidas y servicios financieros, que justamente en 2012 registraron importantes adquisiciones empresariales.

México debido a la compra de la empresa cervecera Modelo por parte de la firma belga Anheuser-Busch InBev, sobrepasó durante el primer semestre toda la inversión extranjera directa recibida en 2012. Aún sin esa operación, valorada en 13.249 millones de dólares, la IED en México se habría elevado un 15% respecto al mismo período del año anterior. Los flujos de inversión extranjera directa también mostraron incrementos en Venezuela (44%), Perú (27%), El Salvador (27%), Panamá (19%), Costa Rica (15%), Uruguay (8%) y Colombia (5%).

En los primeros siete meses de 2013, las entradas a Chile disminuyeron el 26% en comparación con el mismo período de 2012, aunque esta caída obedece a operaciones extraordinarias registradas en abril de ese año. La IED también decayo en Guatemala, Argentina y República Dominicana, donde una gran adquisición aumentó considerablemente las cifras de 2012 (Anheuser-Busch InBev compró la Cervecería Nacional Dominicana por 1.237 millones de dólares).

Respecto a las salidas de inversiones, se observó un descenso durante el primer semestre del año. Los 10 países de la región que presentan datos, sumaron 6.385 millones de dólares de IED durante los primeros seis meses del año, contra los 24.446 millones de dólares contabilizados en igual período de 2012.

México, que había marcado flujos récord hacia el exterior el año pasado, los redujo 71% en la primera mitad de 2013, mientras que Brasil mostró un descenso del 36% porque se acentuó la tendencia de las empresas brasileñas de endeudarse con sus filiales en el extranjero. En Chile, la inversión hacia el exterior también registró una caída que, al igual que en el caso de las entradas de IED, se concentró en el mes de abril.

Los flujos de IED, que alcanzaron cifras históricas en los tres años anteriores, siguen siendo muy volátiles. No obstante, la expansión de las empresas transnacionales latinoamericanas (translatinas) continúa y se espera que las inversiones del segundo semestre, superen a los del primero, principalmente porque se contabilizarán algunas grandes adquisiciones transfronterizas ya cerradas (la empresa chilena Corpbanca compró Helm Bank Colombia, la también chilena Entel adquirió Nextel Perú y la firma colombiana Nutresa compró la empresa de alimentos de Chile Tresmontes Lucchetti y el inversor mexicano David Martínez y el banquero colombiano Jaime Gilinski, se hicieron los primeros accionistas del banco español Sabadell Atlántico.

Las inversiones de México también se ampliarían de confirmarse la adquisición del resto de la firma holandesa KPN por América Móvil, actualmente valorada en más de 10.000 millones de dólares. Las inversiones desde Brasil, en tanto, podrían mostrar nuevamente un saldo positivo si continúa la tendencia de los meses de julio y agosto, en los que las translatinas brasileñas dejaron de endeudarse con sus filiales en el exterior.

Los datos preliminares para 2013, indican que después de tres años de alzas continuadas y cifras históricas, ALC continúa atrayendo inversión extranjera directa en montos crecientes. Definitivamente, los gobiernos deben aprovechar esta coyuntura para canalizar estas inversiones hacia sectores que contribuyan a cambiar la matriz productiva de la región, insiste la CEPAL, estando en línea con los demás organismos multilaterales que por diferentes vías hacen llegar este mensaje para que los distintos gobiernos según sus posibilidades e intensidades,  los incorporen con determinación en sus programas de desarrollo.

 

5. La trampa del ingreso medio de las economías latinoamericanas

Enlazando con lo que planteabamos al principio sobre si ¿están las economías latinoamericanas estancadas en la trampa del ingreso medio? Interesante, especialmente porque tenemos de referencia a otros países con lo que se pueden comparar, como efectivamente lo hace el informe de la CAF, del cual nos valemos para aclarar esta situación.

La incapacidad de las economías latinoamericanas, de continuar cerrando la brecha de productividad e ingreso con las economías desarrolladas durante los últimos 40 años, sugiere que la región se ha estancado en la “trampa del ingreso medio”. Su persistente desempeño deficiente contrasta claramente con el de las economías de Asia del Este.

El mejor desempeño reciente de Asia se puede explicar por muchos aspectos “técnicos”, tales como sus elevadas tasas de ahorro e inversión, un desarrollo humano superior, orientación hacia la exportación, una mejor competitividad global y su clasificación en cuanto al costo de hacer negocios, entre otros. Sin embargo, creemos que los problemas fundamentales de América Latina surgen de debilidades estructurales más profundas, como la falta de una estrategia efectiva de desarrollo de largo plazo, el enfoque en temas de corto plazo que privó en el pasado y, sobre todo, un enfoque ideológico con respecto a las políticas.

Pocos países mantienen altas tasas de crecimiento por más de una generación, y aún menos continúan con altas tasas de crecimiento cuando han alcanzado un nivel medio de ingresos. Algunas características que diferencian el crecimiento más allá del ingreso medio, del crecimiento desde bajos ingresos a ingresos medios son claras: el crecimiento tiende a hacerse más intensivo en capital y habilidades.

El mercado doméstico se expande y se convierte en un motor más importante, especialmente debido al crecimiento de los servicios. Los salarios comienzan a elevarse más rápido para los trabajadores más calificados, y puede escasear la mano de obra. El modelo tradicional de manufactura para exportación con bajos salarios no funciona bien en países de ingresos medios, pues tienden a quedarse estancados en una modalidad de crecimiento lento si no cambian sus estrategias y avanzan en la cadena de valor. Las ventajas de costo en los sectores intensivos en trabajo, tales como las exportaciones de manufacturas que alguna vez impulsaron el crecimiento, comienzan a declinar en comparación con los productores de bajos sueldos en los países pobres.

Al mismo tiempo, los países de ingresos medios no tienen los derechos de propiedad, los mercados de capital, capital de riesgo exitoso o masa crítica de trabajadores altamente calificados para crecer por medio de la innovación, como lo hacen los países de mayor ingreso. Capturados entre estos dos grupos, los países de ingresos medios pueden quedar atrapados si no cuentan con una estrategia viable de alto crecimiento.

Esto es lo que parece que acontece, en muchos países, los salarios son demasiado altos para ser competitivos globalmente en manufacturas básicas. El colapso de la industria de la confección en América Latina cuando se eliminó la protección, es prueba de ello. Adicionalmente, América Latina aún no tiene las capacidades de investigación y desarrollo que le permitan desarrollar nuevos productos en áreas avanzadas, aunque como siempre la excepción confirma la regla, como es el caso de caso de Embraer (Brasil).

En algunos países de ingresos medios, el mercado interno puede complementar los mercados de exportación a medida que madura la economía y crece el mercado local. En la mayoría de los países, el consumo interno típicamente comienza a crecer muy rápido cuando los ingresos per cápita se aproximan a los 6.000 dólares en términos de PPA.

Esto no sucedió en América Latina, quizás debido a la distribución desigual del ingreso. Por ejemplo, comparemos Brasil y Corea del Sur. El crecimiento en Brasil comenzó a contraerse después de 1980, cuando alcanzó un ingreso per cápita de 7.600 dólares (PPA). En ese momento, su clase media –definida como los hogares con ingresos entre 10 dólares y 100 dólares per cápita por día–, era sólo 29% de la población.

Eso hizo que fuera imposible para la clase media impulsar un mayor crecimiento. En contraste, el ingreso per cápita en Corea del Sur alcanzó 7.700 dólares (PPA) en 1987. A esas alturas, el crecimiento distribuido equitativamente en Corea del Sur había producido una gran clase media, que representaba el 53% de la población. El país aprovechó la demanda de esta gran clase media para hacer crecer sus industrias de servicios y sentar las bases de una economía del conocimiento. Hoy en día, el 94% de la población de Corea del Sur es de clase media.

Japón también se benefició de una gran clase media cuando pasó de ser un país de ingreso medio a un país rico. En 1965, el ingreso per cápita de Japón era de 8.200 dólares (PPA) y su clase media era 48% de la población. Japón pudo alcanzar una tasa de crecimiento per cápita de 4,8% por año por los próximos 20 años.

Por consiguiente, la clase media puede proporcionar un impulso al crecimiento de distintas maneras desde la simple demanda de consumo. Por ejemplo, la clase media típicamente valora y exige una educación de alta calidad para sus hijos. El mecanismo de causalidad es menos importante que la sugerencia de que la distribución juega un rol importante para mantener el crecimiento.

 

6.  Las nueva clase media en América Latina

La región, en contraste con la década perdida  de 1980 y la siguiente estabilización y bajo crecimiento  de los años noventa, abrió el nuevo siglo veintiuno con una pujante década,  consiguiendo afianzar la estabilidad macroeconómica, la cual permitió a su vez alcanzar tasas de crecimiento relativamente altas y dar pasos significativos en la agenda de la equidad y disminución de la pobreza.

Al mismo tiempo, se produjo un fenómeno alentador, aunque con distinta intensidad según los países. Se trata del fenómeno de la clase media, cuya progresión durante los próximos años marcará el devenir de la región. A tales efectos la CEPAL, destaca: “que en los diez países más poblados de la región el número absoluto de hogares de estrato medio se elevó de 56 millones a 128 en los últimos 16 años”. Como decimos, este fuerte y rápido crecimiento de la clase media no ha sido uniforme a lo largo de la región.

Diversos factores posibilitaron tales cambios. A nivel macroeconómico, como se ha mencionado, se dieron mayores facilidades de financiación que tuvieron los países y la fuerte demanda de muchos de los productos regionales exportables. También conviene recordar algunas transformaciones de desarrollo más lento, como la reducción de la tasa de dependencia familiar y la aceleración de la incorporación de mujeres al mercado laboral. CEPAL muestra algunos datos que evidencian el aumento del gasto de los hogares en los países latinoamericanos en los últimos años, como la intensificación del crédito al consumo, que ha implicado un mayor acceso a bienes duraderos y a ciertos servicios” .

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), estima que en 2012: “el porcentaje de las clases medias en el total de la población se encuentra en un abanico que comprende desde Uruguay donde cerca del 56% está constituida por estratos medios, seguido por Brasil con el 54%, Chile y México, con casi la mitad de la población. Mientras Bolivia y Colombia,  estos estratos representan aproximadamente un tercio. Todo esto ha configurado una clase media con unas características propias que: “la hacen diferente del estereotipo que tenemos de la clase media en la mayoría de los países de la OCDE. Su poder adquisitivo, su nivel educativo y su nivel de seguridad de empleo, son diferentes a los de las economías más avanzadas».

Históricamente los hogares de clase media han favorecido el desarrollo económico mediante su vigorosa acumulación de capital, tanto material (financiero, vivienda y equipamiento) como humano (educación, ocio y entretenimiento). De forma más reciente: «los crecientes ingresos de los estratos medios de numerosas economías en desarrollo han suscitado un entusiasmo renovado por la perspectiva de su consolidación en una clase media estable que pueda actuar como posible motor del consumo y de la demanda nacional”.

Por tal motivo, cuando se habla de clase media latinoamericana, realmente se hace referencia a un segmento de la población que ha superado la pobreza, pero que todavía se encuentra en una situación muy vulnerable. Se trata de personas que en la mayoría de los casos no cuentan con una titulación universitaria, carecen de un trabajo estable y están lejos de disfrutar de una situación económica medianamente cómoda. De tal manera, que la clase media latinoamericana  vive bajo la amenaza real de movilidad social descendente.

 

  • Crecimiento de la clase media en América Latina.

 

El crecimiento de la clase media en América Latina, es un fenómeno, que por su alta trascendencia, impacto y perspectivas despierta a lo largo y ancho de la región las más importantes atenciones públicas y privadas.

Así como la crisis está poniendo de manifiesto tres experiencias muy diferentes como las acontecidas en Europa, donde la clase media está siendo seriamente afectada por diferentes flancos (económico, social y cultural), en un contexto de debilidad de las finanzas públicas, que ponen en peligro la continuidad y sostenibilidad de los programas sociales fundamentados en el Estado del bienestar, así como su descenso de ingresos debido a tasas de paro elevadas que afectan a colectivos profesionales de alta cualificación y procedencia del mundo empresarial (consejeros, altos directivos y cuadros medios) nunca antes tan castigados; por el contrario, América Latina, donde gracias a una estabilidad macroeconómica y el auge exportador de productos básicos y materias primas de todo tipo fundamentalmente a Asia y de manera especial a China, actualmente su primer socio comercial, ha conseguido un crecimiento económico sostenido, por lo cual la crisis solo está teniendo un impacto menor sobre la clase media; en tanto que Estados Unidos, donde la clase media se ha recuperado más rápido de la crisis que en Europa, pero al mismo tiempo, se enfrenta a un secular descenso en su relevancia económica, social y cultural.

Por consiguiente, la situación prácticamente de equilibrio de clase media y pobres, indudablemente contrasta con la que prevaleció durante el largo periodo de los 15 últimos años, cuando el porcentaje de pobres equivalía aproximadamente a 2,5 veces al de la clase media, que sin dudas al evolucionar hasta prácticamente igualarse,  determinan un extraordinario proceso de transformación económica  a la vez que social. Unos cambios tan amplios y extensos en el tamaño y la composición de las clases sociales deberían, por definición, apuntar hacia algún tipo de movilidad económica fundamental.

Estas nuevas tendencias se destacaron durante la Jornada, sobre las cuales los expertos debatieron en torno a las implicaciones sociales para el funcionamiento de la economía, para las prioridades de las políticas y para la actuación de las instituciones democráticas una vez que América Latina ha emprendido el camino para convertirse en una región de clase media, estándose de acuerdo que aún queda mucho por hacer, por construir, y por avanzar. Y todo ello, sin aminorar la atención de los líderes regionales, quienes tendrán que continuar dedicando una atención especial en materia de políticas a esa tercera parte de latinoamericanos que siguen siendo pobres y, a la vez, trabajar en aras de la seguridad y la prosperidad de la clase más vulnerable para que puedan pronto engrosas las filas de la clase media.

En consecuencia, esto nos encontramos ante el concepto de seguridad económica, que es fundamental porque representa uno de los rasgos que conforman el estatus de clase media, que se identifica con un importante grado de estabilidad económica que proporciona capacidad de superar las perturbaciones económicas. Precisamente el informe establece el nivel máximo de inseguridad que puede razonablemente tolerar un hogar considerado de clase media.

Los niveles inferiores de ingreso que se asocian normalmente con ese nivel de inseguridad, se encuentran en un umbral de 10 dólares per cápita al día (3.650 por persona al año). Mientras el umbral superior de los ingresos se fija a partir de 50 dólares per cápita al día (18.250 por persona al año), de acuerdo con los datos de las encuestas realizadas y analizadas por el informe. Según estos umbrales, una familia de cuatro personas se clasificaría como perteneciente a la clase media y sus ingresos anuales oscilarían entre 14.600 y 73.000 dólares.

A pesar de que 10 dólares al día quizá no parezca un requisito especialmente exigente para que a una familia se le considere de clase media, durante 2009 ese nivel de ingresos correspondía, según el informe al 68% de la población de la región, lo que indica que más de dos terceras partes vivía por debajo de los estándares de ingreso de la clase media en 2009. Desde luego, no todas estas personas eran pobres.

Si situamos el umbral de pobreza moderada para la región en 4 dólares  al día, como suele hacerlo el BM, este 68% se divide en un 30,5% de la población que vive en la pobreza (0 a 4 dólares al día) y un 37,5% que vive entre la pobreza y la clase media (4 a 10 dólares al día). Este segundo grupo es un segmento de la población que corre el riesgo de caer en la pobreza, con una probabilidad estimada superior al 10%. Por encima del segmento vulnerable, cerca del 30% de la población de América Latina pertenece a la clase media (10 a 50 dólares al día) y aproximadamente un 2% pertenece a la clase de ingresos superiores (que vive con más de 50 dólares al día), y de ellos podemos decir que son indistintamente los ricos o la élite.

Siguiendo el análisis del informe del BM (2012): La movilidad y el crecimiento de la clase media en América Latina, basado en los datos de las encuestas de hogares armonizadas de 15 países de América Latina y el Caribe -que representan al 86% de la población de la región y a 500 millones de personas- ilustran la distribución del ingreso a nivel continental e indica los tres umbrales clave de ingreso per cápita: primero, el umbral de pobreza se encuentra en 4 dólares al día; segundo, el límite inferior de la clase media está en 10 dólares al día y tercero; el límite superior lo encontramos en 50 dólares al día. Uno de los resultados clave del estudio si se adopta una definición de la clase media basada en el concepto de seguridad económica  validada por autopercepciones,  y se define un umbral de pobreza moderada estándar, en América Latina existen cuatro clases, no tres. Entre los pobres y la clase media hay un número considerable de personas que parecen llegar a fin de mes con suficiente holgura como para que no se les incluya entre los pobres, pero que tampoco gozan de la seguridad económica que se requeriría para pertenecer a la clase media. A este cuarto grupo se le podría denominar de diversas maneras, como casi pobres o clase media-baja. Dado que, en virtud de eta definición de clase media, se trata de hogares con una probabilidad relativamente alta de vivir episodios de pobreza en el futuro, que se les denomina vulnerables.

 

  • La fortaleza de la clase media

 

Durante todo este período de crecimiento económico,  se tomó conciencia del gran esfuerzo y de los logros conseguidos en América Latina por achicar los niveles de pobreza y ensanchar la clase media, que actualmente representa una tercera parte de la población, aunque muchas de las personas que salieron de la pobreza aún se encuentran en condiciones de vulnerabilidad y requieren políticas que las protejan para no volver a caer en ella.

Respecto a la clase media y su mejor preparación y situación laboral, según se desprende de los recientes análisis de los organismos internacionales (Banco Mundial, CEPAL, OCDE), quienes concuerdan que su perfil como era de suponer, ofrece un mejor nivel de educación y nivel de trabajo asalariado más estable. Esto sugiere, que las personas tienen que alcanzar ciertas características socioeconómicas para ser menos vulnerables a la pobreza y ser consideradas de clase media. Precisamente, el informe (BM, 2012),  presenta tres estrategias de política social que los gobiernos pueden utilizar para apoyar más ampliamente a la clase media, estableciendo de esta manera un contrato social más justo, legítimo y amplio, que son las siguientes:

–       Incorporar de manera explícita el objetivo de igualdad de oportunidades en la política pública para romper con la percepción de que el sistema está amañado a favor de los más privilegiados.

–       Entablar una segunda generación de reformas al sistema de protección social — incluidas tanto la asistencia social como la seguridad social — para superar la fragmentación y por ende hacerlo más justo y eficiente.

–       Romper el círculo vicioso de impuestos bajos y mala calidad de los servicios públicos invirtiendo una parte de las ganancias extraordinarias derivadas de las materias primas en mejorar la calidad de los servicios públicos.

Este debate en torno a la política social, y más concretamente sobre cómo lograr un mayor compromiso por parte de los sectores más ricos de la población, probablemente continúe siendo un tema clave para América Latina en el futuro inmediato. Se hace necesario pues, convertir a la clase media en un agente de cambio cada vez más poderoso para brindar prosperidad a quienes se han quedado atrás o  sea, al menos de la mitad de la población y consecuentemente, colaborar más amplia y efectivamente a la consecución de las metas de crecimiento con mayor equidad.

Actualmente, las clases medias de América Latina no parecen profesar valores excepcionales que generen una mayor estabilidad y cohesión social. De hecho, parecen ser más bien pragmáticas, y apoyan políticas que les son favorables y, en algunos sectores, es posible que estén dándole la espalda a un contrato social en el que ven escasos beneficios. Muchos latinoamericanos de clase media no dependen del Estado para obtener servicios básicos como la educación y la salud y, en algunos casos, incluso para acceder a los servicios públicos fundamentales como el suministro de electricidad y la seguridad.

A pesar de que quizá las clases medias no participan de algunos servicios básicos, también se benefician desproporcionadamente de otros servicios. Por ejemplo, se benefician de manera desproporcionada de la educación pública terciaria y de los sistemas subvencionados de seguridad social, que sólo abarcan marginalmente las necesidades de los pobres (BM, 2012).

Utilizando la argumentación del contrato social en América Latina y el Caribe, que es un contrato fragmentado, cuyas diferentes facetas, apenas conectadas entre sí, benefician a diferentes clases. Más bien, quiere destacar algunos rasgos que pueden afectar las perspectivas de movilidad de los que siguen siendo pobres y, al mismo tiempo, impedir la existencia de un contrato más cohesionado y estable. Para ello, centramos la atención en dos aspectos del Estado del Bienestar que han sido objeto de mucha atención: las transferencias de la recaudación y la educación.

Puede que el desafío fundamental en la recaudación, no obstante, no sea técnico. Para aplicar la legislación fiscal, tiene que existir una voluntad política y, a menos que las clases medias y altas (que contribuyen con la mayor parte de los ingresos) se beneficien del aumento en el gasto, puede que sea difícil ganarse su apoyo cuando se trate de una subida de impuestos.

De acuerdo y en consonancia con las conclusiones del Informe del BM (2012),  concluimos con una visión positiva, sobre las dos maneras de salir de este círculo vicioso en que algunos países pueden estar atrapados:

–       En primer lugar, no se trata sólo de dinero. En muchos países, el diseño de las políticas sociales presenta serios defectos y, para mejorar la calidad, sería un gran logro corregir los incentivos institucionales e individuales en un entorno presupuestario estable. Sobre la educación en la región,  sus logros pueden aumentar si se proporcionan los incentivos adecuados a los profesores para que mejoren su dominio del contenido y de las prácticas docentes. En México, una intervención de bajo costo para formar a los padres en la gestión de las escuelas en zonas rurales desfavorecidas ha tenido impacto en los fracasos escolares y en la repetición de cursos.

–       En segundo lugar, el aumento de los precios de las materias primas, junto con el descubrimiento de nuevos yacimientos de petróleo y de nuevas materias primas, además del progreso en la gestión macroeconómica, ha dotado a muchos países del margen fiscal necesario para invertir en la calidad de los servicios, sin entrar en una competición de suma cero donde los segmentos más pobres y los más ricos de la sociedad compiten por un conjunto limitado de recursos. Si las clases medias son más pragmáticas, en lugar de orientarse por valores, como señala el Informe (capítulo 5), quizá la creación de alianzas en torno a las políticas adecuadas requiera menos discusión normativa y más un esfuerzo para diseñar una plataforma política adecuada y compatible.  En cualquier caso, es probable que en un futuro previsible, el tema de cómo mejorar los servicios y lograr una mayor aportación de los segmentos más ricos de la sociedad, siga en el centro del debate de las políticas sociales.

Por todo lo cual habrá que seguir muy de cerca los acontecimientos por el lado económico pero también social, que sin dudas serán determinantes para dilucidar si este surgimiento de la clase media es un espejismo fruto de un período favorable de crecimiento y estabilidad, acompañado por un  entorno internacional favorable, o verdaderamente es la consecuencia de este período tan positivo que viene registrando la región a pesar de la crisis económica y financiera mundial.

 

  • Conclusiones

Para finalizar, una reflexión, que se enmarca no solo en el momento por el que atraviesa actualmente la economía mundial y la de ALC, que pretende llamar la atención en cuanto a que todo acontecimiento económico tiene su contexto histórico, cuenta con unas circunstancias propias que lo moldean, lo determinan y lo hacen evolucionar. Tanto este momento por el que atraviesa la economía latinoamericana como el que parece que ha dejado (el de los vientos externos favorables) tienen su contexto histórico, unas circunstancias que lo determinan, lo moldean y lo hacen evolucionar.

Y es que la economía, como todas las ciencias sociales, está sujeta a una evolución que se puede caracterizar, desde el punto de vista que aquí nos interesa, por la alternancia de  paradigmas explicativos sobre la naturaleza de los problemas económicos que afectan a  la sociedad y las políticas económicas que pueden y deben considerarse más eficaces  para hacerles frente. Aunque, no siempre se saldan con éxito, como es el caso del desarrollo  económico, pues es más fácil describir los problemas que encaran los países  atrasados que formular soluciones para acabar con su pobreza.

Tal vez suceda que algún día, los economistas consigamos demostrar que el funcionamiento de la Economía según cada tiempo histórico, no podía ser muy distinto del que conocemos, y logremos demostrar que en términos generales responde a las pasiones del hombre, sólo que la dificultad estriba en saber acertar cuáles pasiones deben ser las domadoras y cuales las domadas.

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