La obra de Florencio Domínguez ha navegado siempre por el océano del periodismo con esos vientos, con esas velas.

José Manuel Romay de Beccaría en la entrega del XXXIV Premio "Cerecedo"

Majestades, autoridades,miembros del Jurado, señoras y señores patrocinadores, amigas y amigos.

Es una gran satisfacción para mí participar en la entrega del Premio de Periodismo Francisco Cerecedo, de cuyo Jurado he tenido el honor de ser presidente. Esta noche no solo rendimos homenaje al galardonado, sino que también hay un reconocimiento a la profesión de periodista.

No me corresponde debatir si el periodismo, de acuerdo con la definición de Gabriel García Márquez, es “el mejor oficio del mundo”, pero no cabe duda de que es uno de los trabajos más nobles y necesarios que existen.

El buen periodismo debe perseguir la verdad como el capitán Ahab perseguía a la ballena blanca, incansablemente, y, a la vez, debe servir a esas dos hermanas mellizas continuamente postergadas: la misericordia y la justicia. Esta es la Santísima Trinidad de la ética periodística; es su Biblia, su Corán y su Torá.

El gran periodismo, además, debe buscar la belleza, debe esculpir el idioma, debe aspirar a ser uno de los nombres de la Literatura.

Aristóteles decía que la Filosofía nace del asombro. Y de una prima hermana del asombro, de la curiosidad, nace el Periodismo. De todas estas fuentes nacen las palabras de Florencio Domínguez, de todas ellas y de una más, de su entusiasmo por los versos de Wyslawa Szymborska:

Alegría de escribir.
Poder de eternizar.
Venganza de una mano mortal.

Señoras y señores,

En el periodismo –como en todos los ámbitos de la vida– existen ramas y especialidades. El periodismo de investigación es, sin duda, uno de los que se encuentra en las cumbres del oficio. Y ha sido precisamente ahí donde Florencio Domínguez Iribarren ha alcanzado la excelencia.

Este premio, con una impresionante lista de premiados y que convoca la Asociación de Periodistas Europeos, quiere honrar a los trabajos periodísticos que destacan por su talento, originalidad, capacidad de transgredir las presiones e impulso de la libertad de expresión. La obra de Florencio Domínguez ha navegado siempre por el océano del periodismo con esos vientos, con esas velas.

Nacido en Caparroso, Navarra, tras licenciarse en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra en 1978 y recalar en el vespertino tinerfeño Jornada, Florencio pasó en 1982 a trabajar en VascoPress. Desde aquella añorada agencia de noticias, Florencio Domínguez, noticia a noticia y libro a libro, se convirtió en el máximo conocedor mundial de la banda terrorista ETA y uno de los mayores expertos en información sobre terrorismo que hoy tenemos en España.
Durante más de 30 años, el trabajo periodístico de Florencio en su triple vertiente –investigadora, escritora y docente– ha reflejado con gran precisión la historia criminal de ETA, su horror, acompañado a la vez de un profundo humanismo, de una profunda empatía hacia las víctimas, hacia su dolor y sacrificio.

Y entre sus muchos libros me gustaría destacar uno del que es coautor junto a Rogelio Alonso y Marcos García Rey, Vidas rotas: historia de los hombres, mujeres y niños víctimas de ETA. Un libro que como Si esto es un hombre de Primo Levy, Archipiélago Gulag de Aleksandr Solzhenitsyn o El libro negro de Vasili Grossman e Ilyá Ehrenburg se convierte en un insobornable e imperecedero testigo de cargo de la Historia, se convierte en un auténtico monumento literario que honrará para siempre la memoria y dignidad de las víctimas.

Amigas y amigos,

Tras una larga lucha, la sociedad española ha derrotado a la banda terrorista ETA: Ha sido una victoria de nuestro Estado de Derecho, de nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, de la unidad de los partidos políticos y de la sociedad civil española. Nos encontramos en una nueva etapa, una nueva etapa que me recuerda el verso de Borges:

El tiempo es olvido y es memoria.

Y ese es nuestro desafío actual, construir el relato de lo que realmente ocurrió y cimentar sobre él un proyecto de convivencia y paz; un relato basado en la verdad, en la dignidad y en la memoria; un relato que le cuente a nuestros hijos la realidad de lo que sucedió para que nunca se repita ni caiga en el olvido.

En este sentido, que Florencio Domínguez Iribarren presida desde 2015 la Fundación Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo garantiza que la memoria de todas las víctimas del terrorismo será tratada con la dignidad y el rigor que merecen.

Termino ya.

Quiero dar las gracias a Su Majestad El Rey por honrarnos con su presencia, por el papel fundamental que la Institución que encarna, la Corona, ha tenido en la defensa de nuestro Estado de Derecho y de nuestros derechos y libertades y por su afecto, cercanía y preocupación constantes por las víctimas y sus familias.

Quiero también dar las gracias a Florencio Domínguez, en nombre del Jurado y en el de todos los españoles, por su trabajo y trayectoria. Sé que él también tiene una ilusión: quiere compartir este premio y homenaje con todas las víctimas del terrorismo; quiere compartir con ellos los versos de Octavio Paz.

Los otros que me dan plena existencia, No soy, no hay yo, siempre somos nosotros.

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