No hay solución militar a la amenaza del terrorismo islamista, por Pedro González

Artículo publicado originalmente en Fundación Emprendedores por Pedro González

Van ya ocho veces en que se ha anunciado su muerte y otras tantas en que se ha desmentido. Lo cierto es que a día de hoy sigue en pie la recompensa de 25 millones de dólares, que ofrece Estados Unidos por la cabeza de Ibrahim Awwad Ibrahim Al Badri Al Samarrai, más conocido como Abubakr Al Bagdadi, el líder de Daesh, la organización yihadista más renombrada del planeta.

Al Daesh, o IS (Estado Islámico), se le ha dado prácticamente por liquidado una vez que sus huestes han sido desalojadas de sus bastiones en Irak y Siria, tras las caídas de sus feudos de Mosul y Raqqa. Nada más lejos de la realidad, según Jesús A. Núñez Villaverde, autor de Daesh. El porvenir de la amenaza yihadista, ed. Los libros de la catarata, un libro en el que desgrana los errores que, a su juicio, ha cometido Occidente al enfrentarse a la amenaza del terrorismo yihadista.

Co-director del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) y miembro del International Institute for Strategic Sudies (IISS), Núñez Villaverde estima que “no hay solución militar a la amenaza terrorista”, pese al empeño en utilizar casi en exclusiva la herramienta del ejército, tanto en la lucha contra Daesh como contra Al Qaeda, organizaciones ambas que mantienen una lucha sin cuartel por la supremacía yihadista en el mundo.

Este ensayo se adentra en los orígenes del autodenominado Estado Islámico, inicialmente una rama local de la Al Qaeda de Osama Bin Laden, hasta el desmantelamiento de su “pseudocalifato”. Al analizar los entresijos de la lucha contra los guerrilleros del Bagdadi, el autor no duda en señalar a la Rusia de Vladímir Putin como el gran vencedor en la pugna por el liderazgo. “Ha sido el que ha marcado y marca la agenda –afirma- ante la ostensible indiferencia de Donald Trump”. Tanto para éste como para los líderes europeos también es ya un denominador común que la permanencia de Bashar Al Assad como presidente de Siria es el mal menor.

Para Occidente la gran preocupación actual estriba en el retorno a sus países de origen de los que se enrolaron en las filas del Daesh, siguen tanto o más fanatizados que cuando se marcharon, y han adquirido obviamente gran experiencia de combate y nuevas destrezas en el diseño y ejecución de las acciones terroristas. A este respecto, Núñez Villaverde es categórico: “Es una certeza contrastada que los países concernidos por la posible vuelta de estos yihadistas han decidido su eliminación total antes de que retornen”. Admite que el grado de implicación de unos y otros es muy diferente: “Rusia teme la avalancha y el inmenso peligro que supone la vuelta de los 8.400 yihadistas con pasaporte ruso, que podrían sembrar de bombas cualquier ciudad de su inmenso territorio”.

Pero, ese mismo temor lo experimentan los demás países que, en mayor o menor grado, han contribuido al régimen de terror instaurado por el Daesh. Túnez es el país con mayor número de foreign fighters enviados en relación con su escaso tamaño y población (5.000), aunque en materia terrorista el efecto multiplicador es brutal. España, con unos 200 yihadistas, es de los “contribuyentes” más bajos a tan tétrica lista, en la que, dentro de Europa, sobresalen Francia, Reino Unido, Alemania y Bélgica.

Sin embargo, detener o deshacer en su fase de planificación los posibles atentados no evita la expansión del yihadismo en sociedades libres como las occidentales, donde muchos musulmanes “no es que no estén integrados, es que se perciban a sí mismos excluidos”, el principal basamento, según Núñez Villaverde, en el que se asienta el proselitismo radical islamista. A este respecto, considera que, a fuerza de demonizar al Islam, reduciéndolo a una ideología-religión perversa, han desaparecido las voces necesarias para convencer a su propia gente del error de interpretar el Corán como un texto sagrado impulsor de la lucha a muerte y exterminio de los cruzados.

“Hacen falta autoridades islámicas, académicas, políticas, religiosas y sociales, capaces de hacer una lectura correcta del Islam y de persuadir por lo tanto a sus militantes de que el radicalismo y la violencia no son el camino”, señala Núñez Villaverde, a la vez que advierte sobre la necesidad de contar con interlocutores que sean verdaderos líderes en el mundo musulmán, para alcanzar acuerdos de convivencia y cooperación.

Pedro Martínez-Avial, director general de Casa Árabe, había advertido en la presentación del libro el carácter excepcional de albergar en tal recinto un acto que pudiera contribuir a seguir alimentando la perversa asociación Islam-terrorismo. Pero, al cabo de dos intensas horas de coloquio, la impresión general era que la brecha entre lo que llamamos Occidente, en tanto que civilización judeo-cristiana, y el mundo arabo-musulmán no ha hecho más que aumentar.

Los sucesivos líderes de ese Occidente, especialmente Estados Unidos, se han distinguido siempre por la visión cortoplacista para la resolución de sus relaciones con países en conflicto. Fueron los norteamericanos quienes crearon y alimentaron a los talibanes para echar de Afganistán a los rusos. Afganistán sigue sin apaciguarse, en Kabul se consuman nuevos atentados cada vez más sangrientos y el poder de los talibanes se extiende por gran parte del país, afectando seriamente a Pakistán.

Hay semejanzas entre este trato y el dispensado a los kurdos, aliados de los norteamericanos e iraquíes para erradicar a los yihadistas del Daesh de Irak. Ahora parece como si los kurdos hubieran dejado de ser útiles. Es más, se han convertido de nuevo en un problema agravado para Turquía, que pretende impedir por todos los medios que las ansias kurdas de independencia creen metástasis al gobierno del presidente Erdogan.

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