Construcción de la credibilidad, por Miguel Ángel Aguilar

Publicado en Cinco Días el 1 de Abril de 2011.

En economía, la credibilidad es una medida de la densidad y consistencia de las personas e instituciones, es el resultado de una trayectoria coherente que aporta fortaleza para resistir condiciones adversas. Sabemos que las actitudes sociales se configuran en relación con las expectativas y aquí, en la ponderación de las expectativas que operan como estimuladoras de comportamientos, entra en juego la credibilidad.

El viejo profesor, Enrique Tierno Galván, escribió sobre «la realidad como resultado» y como queda dicho más arriba ese es también el caso de la credibilidad. No se expende en farmacias, ni se administra por vía oral ni por ninguna otra. Se trata de un intangible, de una imantación generadora de un campo de fuerzas favorables, más allá de las leyes de la mecánica de Newton.

La credibilidad nos instala en el plano del magnetismo, donde rigen las ecuaciones de Maxwell, y puede llevarnos al hipnotismo. Por eso, por la credibilidad sin merma, los Estados Unidos se sostienen incólumes pese al enorme déficit que arrastran y a la debilidad de otras variables definidoras del estado de la economía. Por eso, por la carencia de credibilidad, quienes la padecen, en cuanto presentan cualquier leve desajuste, cualquier leve fiebre, se hacen acreedores a toda suerte de prevenciones y desconfianzas.

Semejante tributo se traduce en penalizaciones para las emisiones de deuda de los países que están mal conceptuados. Es decir, que se ven precisados a colocar sus bonos a intereses altísimos porque los inversores entienden que solo así se compensan del supuesto riesgo atribuido a esos emisores.

En busca de la credibilidad fue el título de la conversación que mantuvieron en Gijón, dentro del XI Seminario Europeo sobre el Empleo que organiza la Asociación de Periodistas Europeos, el ex ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, y el subdirector de CincoDías, Juan José Morodo. Ambos coincidieron en la necesidad de que el Gobierno se emplee a fondo para remontar las cifras poco alentadoras de algunas variables económicas. Pero también para restablecer la confianza en las cuentas públicas de nuestro país, lo cual es si cabe más importante.

Esta última edición del Seminario se dedicó a debatir sobre «argumentos y fanatismos del mercado». Su inauguración permitió escuchar al presidente de la Junta del Principado de Asturias, Vicente Álvarez Areces, y a la alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felgueroso, que hablaron con la fuerza inusitada de quienes han emprendido la retirada con orden y han dejado de ser candidatos en las elecciones convocadas para el próximo 22 de mayo donde hubieran podido renovar sus mandatos.

Fue del mayor interés la entrevista que Montserrat Domínguez hizo al profesor Emilio Ontiveros. Hicieron una interesante aproximación a eso que llamamos los mercados, entendidos como un mecanismo segregado por determinadas funciones sociales que van especializándose. Pero acertaron a distinguir entre los mercados como ámbitos de naturaleza social que han de regularse en aras del juego limpio y la idolatría que les brindan los fanáticos neocons y asimilados, tras los cuales llegan los aprovechatéguis con usos y sus abusos que pasan impunes.

Sobre «las máscaras del mercado» intervinieron Justo Zambrana, José María Ridao y Santiago Martínez Argüelles. Justo Zambrana citó un memorable discurso electoral de Ronald Reagan donde señaló que la economía de Estados Unidos sería incapaz de recuperarse hasta que los ricos fueran mucho más ricos y los pobres fueran mucho más pobres. José María Ridao habló del antropomorfismo que ha terminado por personificar los mercados como si fueran capaces de proponerse fines más allá de las meras leyes mecánicas y de psicología social a que responden. Santiago Martínez Argüelles, candidato a la Alcaldía de Gijón, devolvió la reflexión a las realidades más inesquivables.

De las reformas que vienen se encargaron Belén Barreiros, anterior presidenta del CIS y actual directora del Laboratorio de la Fundación Alternativas, y Manuel Ballbé, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Autónoma de Barcelona.

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