Discurso de S.A.R. El Príncipe de Asturias en la entrega del XVI Premio de Periodismo «Francisco Cerecedo»

Sus libros no sólo prueban el vigor de pensamiento y la precisión de compromiso de Michnik, sino que reflejan también el sueño de una Polonia reconciliada; sueño que él y hombres como él hicieron posible, y que enlaza con el sueño prometedoramente en marcha hacia la libertad de una Europa unida, sin fronteras interiores y sin recelos, sustentando su modernidad con justicia y sin desorden en su inmensa capacidad de ideación y en sus experiencias comunes. Los viejos padres de Europa, empezando por Jean Monet, quizá solo intuían el camino que emprendían y por eso llegaron tan lejos. Mil obstáculos encontraron en su recorrido, pero decidieron que no había vuelta atrás. Hoy, su valor, su indeclinable estusiasmo y la dignidad con la que abordaron la construcción de una Europa Única que nada ni nadie hasta entonces había logrado conseguir, son para nosotros lo que ellos no tuvieron, la señal del camino.

Ha dicho Michnik que su personaje preferido es Don Quijote. Don Quijote no conocía el camino, pero conocía la meta. Las viejas naciones de Europa van haciendo hoy camino hacia la Unión extrayendo su determinación de las experiencias amargamente repetidas de la desunión, de las disputas, de las guerras y de la debilidad y la desdicha a las que nos arrastraron. La lucha de Adam Michnik estuvo siempre en ese punto de polaco y europeo cabal. Añadir fe a los hechos establecidos puede ser fácil, pero poner la fe en aquello que todavía no es, como ocurrió a los españoles un día, como ocurrió a los polacos otro, exige decisión, valor y templanza, las virtudes que hoy queremos poner de relieve en Adam Michnik.

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