Esperando a Zapatero, por Montserrat Domínguez

Público durante la celebración del seminario "Crisis y lecciones"

Publicado en La Vanguardia el 1 de Abril de 2011

Las cobras del Bronx y las lobas ibéricas se escapan de los zoos y provocan miedo o cachondeo, según la cercanía con el peligro. También los reptiles como ETA abren rendijas por las que sueltan especies correosas, peligrosas y muy escurridizas. Y sin ponerse tan graves, muchas veces el relato oficial deja flecos que adquieren cuerpo propio.

Le ha ocurrido a Zapatero con su famosa no-decisión de no-anunciar si será candidato en las próximas elecciones generales. Quiso jugar a los acertijos con los periodistas y el no-anuncio se ha convertido en un bicho que campea por plazas y mítines, un quebradero de cabeza monumental para los socialistas del que intentan abstraerse con escaso éxito. Sólo Zapatero sabe qué dirá mañana ante el Comité Federa, incluso si dirá algo sustantivo. Abiertas las quinielas, mi apuesta es que no anunciará que se va: en las últimas semanas están ocurriendo demasiadas cosas.

Miremos al sur, hacia la guerra en Libia. ¿Es razonable que el máximo dirigente de un país cuyos F-18 patrullan junto con los Raphale franceses, los Typhoon británicos o los F-14 estadounidenses, anuncie que ha decidido dejar el poder? ¿A quién tendrá que dirigirse la OTAN, Obama o Sarkozy para saber si el compromiso de España es estable en el caso de que Gadaffi prolongue el conflicto?

Miremos ahora al Oeste. Portugal se encuentra al borde del rescate, y ahora reconoce “diferencias contables” que elevan su déficit en 2010 al 8,6%. Ayer el Tesoro luso pagaba intereses del 9% por su deuda: un máximo histórico que empeña aún más su futuro económico. España se está librando en esta ocasión del contagio, pero ¿podríamos contar con la misma reacción de los mercados, si Zapatero anuncia que deja los mandos? Se admiten apuestas sobre si las palabras de Botín el sábado en Moncloa fueron espontáneas o inducidas, de lo que no cabe duda es que Europa no quiere más primeros ministros mediopensionistas.

Aun a riesgo de quedarnos bizcos, les invito a mirar también hacia el norte, hacia los lugares indeterminados de Noruega y Francia donde se produjeron las conversaciones entre ETA y el gobierno en el año 2006. Las actas de esas conversaciones que filtra ETA son peligrosas para la ya debilitada credibilidad del gobierno. Hubo no pocos votantes socialistas que recelaron de ese diálogo, y saber que Zapatero negó las conversaciones que sí tenían lugar tras el atentado de la T-4 refuerza la impresión de que el presidente no es de fiar. A Rubalcaba este misil de los terroristas –jaleado de manera inquietante por el PP–, le acierta de lleno. Si como sostienen algunos, el caso Faisán ha obligado al presidente a replantear su estrategia electoral, mayor motivo tiene ahora para no dar la impresión de que deja a su vicepresidente a los pies de los caballos. Puede que mañana lo sepamos, o puede que no. Barreda dice que Zapatero es dueño de sus tiempos, y puede ser: tanto como el PSOE es ahora prisionero de sus silencios.

La madre que las parió

¿Qué tienen en común Miquel Roca, Felipe González y Javier Sardá? Todos reflexionan sobre Cataluña y España y su encaje posible en las librerías. Los dos primeros, en un libro titulado ¿Aún podemos entendernos?, una larga conversación moderada por Lluís Bassets, mientras que Sardá (también en Planeta) recuperan el estilo gamberro del gran señor Casamajor, con Cataluña y España y la madre que las parió.

Fanatismos del mercado

Es el título del seminario sobre empleo que organiza la Asociación de Periodistas Europeos en Gijón: allí Solchaga ha apostado por Rubalcaba, y Valeriano Gómez por no llegar a los cinco millones de parados este año. Manuel Chaves reconoció allí la influencia de los mercados a la hora de marcar la agenda política, fruto de un mundo globalizado en lo económico, pero no en lo político.

El salvador del euro

Michael Schuman, de la revista Time, se pregunta si Zapatero puede ser el héroe que salve el euro. Asegura que Portugal ya no puede hacer más por salir del pelotón de periféricos, pero España sí está tomando distancia: de lo contrario, el euro mismo estaría en peligro. Schuman sostiene que las reformas que afronta Zapatero son sólidas, a la espera de que el mayor factor de riesgo, el sistema bancario, se mantenga bajo control.

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