Don Felipe y Doña Letizia junto a las autoridades y miembros del jurado asistentes a la entrega del Premio

La obra de Cercas constituye un espejo que el autor pone ante España; ante una España otrora desgarrada, pero en la que hoy prevalecen los valores de un europeísmo abierto a la convivencia, tolerante y democrático.

Palabras de Ana Pastor en la entrega del XXXVI Premio "Cerecedo"

Majestades;

Representa para mí un gran privilegio el encontrarme aquí esta tarde para participar de la entrega del Premio Francisco Cerecedo que otorga la Asociación de Periodistas Europeos en España, y que hoy llega ya a su Trigésima Sexta Edición.

Y si cabe, aún más, por haberme correspondido la honrosa tarea de presidir el jurado, en donde he estado acompañada por destacadísimas personalidades pertenecientes al ámbito del periodismo y de la comunicación.

Gracias a la gentileza de Don Diego Carcedo y de Don Miguel Ángel Aguilar, puedo sumarme hoy con enorme satisfacción, junto a los miembros del jurado, a esta emocionante ceremonia en la que, bajo la presidencia de Sus Majestades los Reyes, celebramos un año más, como valores de máxima relevancia, la libertad de expresión y la calidad literaria de las más significadas voces de nuestro periodismo.

El premio creado en honor del recordado Cuco Cerecedo, gallego de pro y encarnación del periodista de raza, suma hoy el nombre de Javier Cercas a esa lista canónica de firmas que en los últimos 35 años han dado lustre y prestigio a nuestro periodismo.
Un periodismo que sigue dando los frutos sembrados en otros tiempos por grandes pioneros, cuya trascendencia puede resumirse en nombres como Azorín, Julio Camba, Wenceslao Fernández Flórez, Manuel Chaves Nogales, Luis Carandell o Josefina Carabias, en cuyo honor el Congreso de los Diputados ha creado en 2018 el premio de periodismo homónimo.

Todos ellos, como los ganadores del Premio Cerecedo, tienen asegurado un lugar en la historia del periodismo español; y su buen hacer cobra cada día más importancia y vigencia, en medio del desconcierto provocado en nuestros tiempos por la proliferación de las fake news, y por el vertiginoso ritmo con el que fluye la información.

Hoy, más que nunca, los lectores necesitamos referentes; y, por eso, hoy tiene también más valor que nunca aquello que, desde su propia experiencia, señalaba en 2015 Su Majestad la Reina, durante la inauguración del Décimo Seminario Internacional de Lengua y Periodismo. Cito sus palabras de entonces: “El pensamiento crítico, en todo caso, siempre va a exigir reposo, corrección lingüística y profundidad”.

A cualidades de ese mismo género se ha referido precisamente, en la presente edición, el jurado del Premio Francisco Cerecedo, en cuyo fallo puede leerse que:

“Javier Cercas ha probado una inusitada habilidad para captar la acústica emocional de realidades sociales controvertidas, y articularlas desde una racionalidad sencilla y profunda”.

Ciertamente, los textos de Javier Cercas representan en la prensa de hoy un espacio de pensamiento y de compromiso, expresados ambos en su forma más diáfana.

De la mano del autor resplandecen siempre esas ideas que, filtradas por un ojo atento y un criterio independiente, triunfan en el sentido común sobre la palabrería vacua y alambicada; ideas desprejuiciadas y necesarias –las de Cercas-, que actúan como antídoto frente a discursos dogmáticos que pretenden desplazar a la inteligencia.

Con su formación filológica, su experiencia académica y su excepcional enfoque narrativo –el mismo que hace de sus novelas obras tan transparentes como cargadas de sugerencias-, Javier Cercas expone un pensamiento siempre lúcido, siempre sincero.

Un pensamiento inquisitivo e inconformista, que –como buen admirador de Kafka- metaboliza su experiencia vital –y la nuestra, y la de cualquier lector- para dar forma a una intuición reveladora sobre el sentido (y a veces el sinsentido) de aquello que acontece.

Junto a todo ello, la obra de Javier Cercas ha ampliado extraordinariamente el ámbito y la influencia de las letras en español; pues se trata, probablemente, del autor más estudiado en los cursos de lengua y literatura española en los Estados Unidos, y ha sido elogiado por críticos como George Steiner, y por autores como Coetzee, Susan Sontag, Roberto Bolaño o Doris Lessing,.

Podemos decir, además, que ese soplo de aire cosmopolita asociado a la obra de nuestro galardonado también ha dejado su huella sobre los lectores españoles, que, tras haber leído a Cercas, nos sentimos todos ex compañeros del campus de Illinois, y que hemos compartido las mismas nostalgias, los mismos asombros y los mismos ejercicios de autoexamen gracias a narraciones como El inquilino (1989) o La velocidad de la luz (2005).

Sin duda, la obra de Cercas constituye también un espejo que el autor pone ante España; ante una España otrora desgarrada, pero en la que hoy prevalecen, y deben prevalecer, los valores de un europeísmo abierto a la convivencia, tolerante y democrático.
Con esas convicciones, nuestro galardonado de hoy se ha erigido en una de las voces más autorizadas, en nuestro panorama intelectual, para defender el pluralismo y la concordia; haciéndolo desde su propia vivencia que ha resumido recientemente con estas palabras: “soy de Gerona; he pasado toda mi vida allí. Y también soy extremeño. No veo incompatibilidad entre las dos cosas, todo lo contrario. Y además, no soy una excepción. Hay mucha gente como yo”.

Majestades,

La obra de Javier Cercas, inseparable ya de la cultura en la que nos vemos reflejados los españoles de hoy, demuestra que nuestra era democrática no sólo ha sido admirable en sus conquistas políticas, sociales y económicas, sino que ha incorporado los valores de la libertad de pensamiento a una producción literaria y periodística en perfecta sintonía con la mejor tradición de las letras españolas.

Quisiera, pues, expresar mi más efusiva felicitación a Javier Cercas por este Premio Cerecedo 2019; y, porque de su labor intelectual puede decirse hoy lo mismo que él escribió, hace unos años, sobre Mario Vargas Llosa.

Esto, es, que expone sus ideas –cito a Javier Cercas- “con la máxima fuerza, rigor y nitidez para luego lanzarse a refutarlas en buena lid y en campo abierto. Esto –continuaba nuestro autor- no es de derechas ni de izquierdas, ni reaccionario ni progresista: esto es algo que está mucho antes que todo eso y se llama honestidad y coraje”.

Muchas gracias.

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