Estamos en el centro del valle del Ebro, a 243 metros sobre el nivel del mar, pero en los días claros, como el de hoy y muchos otros en Zaragoza, se divisan perfectamente desde aquí los imponentes ‘tresmiles’ del Pirineo.
La cordillera que en esta tierra no hemos visto nunca como barrera sino como el punto de encuentro que ha marcado nuestra vocación europeísta.
No puedo estar más profundamente agradecida a la Comisión Europea, al Parlamento y a su Oficina en España, a la APE y a los integrantes del Jurado, colegas de reconocido prestigio… y de gran generosidad.
Recuerdo viajar, cuando era niña, desde Barbastro a Benasque y llegar de la mano de mi padre al final de la carretera, que se topa de bruces con rocas paleozoicas de millones de años de antigüedad. Al otro lado está Francia.
Los montañeses soñaban –y sueñan- con un túnel cuyo trazado abocaría exactamente a la villa vecina de Luchon. Los españoles, mayoritariamente, soñábamos también con una España integrada en la Europa de los derechos y las libertades.
El empeño de que “aquellas montañas”, como dice una antigua canción occitana, se ‘abajaran’; el sentimiento de ser europeos es tan antiguo como el reino de Aragón, que está en el origen de esa Corona que se extendió por todo el Mediterráneo, y está en el nacimiento de lo que, tras sus nupcias con la Corona de Castila, es hoy España.
Cuando terminé la carrera de Periodismo, tuve la suerte de empezar a trabajar en Heraldo de Aragón, matriz del grupo Henneo, al que pertenece 20minutos, y donde hace ocho años inicié otra apasionante etapa de mi carrera profesional.
Agradezco especialmente a Fernando de Yarza, presidente del grupo, y a Paloma de Yarza, presidenta de Heraldo, su presencia aquí esta tarde, porque conozco, he vivido y estoy viviendo su compromiso de editores y su lealtad a la causa de Europa.
20minutos y Heraldo son un periódico ‘milenial’ y otro veterano, unidos por su compromiso con los valores que encarna Europa. En ambos, medios de difusión masiva, he podido contribuir a difundir esos valores de unidad en la diversidad, de progreso, de una convivencia pacífica, más valorada ahora que la guerra golpea brutalmente en Ucrania de la mano de Putin e interpela de modo terrible, desde Gaza, a la Unión.
En los dos he tenido la suerte de trabajar con periodistas entregados y rigurosos, de los que sigo aprendiendo y con los que comparto este premio.
HERALDO nació hace 130 años, tan moderno que la declaración de principios del 20 de septiembre de 1895 sigue totalmente vigente. Independiente pero no neutral; nacido al servicio de Aragón y por eso doblemente español y europeísta por igual razón. Heraldo, que contó a toda página la inauguración del ferrocarril internacional en 1928, sigue incansable en la lucha por su reapertura y por la mejora de las conexiones de todo tipo con el resto de Europa.
20minutos, por su parte, cumple 25 años haciendo periodismo de proximidad y de rigor, ese que Chaves Nogales definía como de “andar y contar”, de no interpelar al lector, decía, si no es para contarle algo de interés.
Es lo que hacemos cada día. Y eso incluye hoy de una manera imperiosa interpelar al lector para recordar la necesidad de defender Europa y sus principios. Incluye transmitir que el periodismo riguroso es el antídoto contra la desinformación, contra las cortapisas abusivas de cualquier poder.
El buen periodismo, porque hay también mal periodismo, al servicio de la veracidad frente a los hechos alternativos y los relatos interesados.
En esa lucha, que empieza cada mañana, la desesperanza, la negligencia son lujos dañinos que no nos podemos permitir.
Quizás sea tarea inútil intentar convencer a quienes quieren socavar Europa desde dentro, aireando sus debilidades subsanables en lugar de sus logros gigantescos.
Pero a los demás nos conviene recordar lo que escribió Alexéi Navalni tres años antes de morir en la gélida prisión del Círculo Polar Ártico a la que le envió el Kremlin: “Si nos asesinan, quiere decir que son débiles. No tengamos miedo, no seamos indiferentes”.
A los tibios hay que decirles que ignorar que el futuro de Ucrania es el nuestro sería como asesinar a Navalni otra vez. Sería, si no lo es ya, retroceder hacia formas de autocracia o dictadura.
A los indiferentes es pertinente refrescarles lo que escribe Fernando García de Cortázar en su ensayo ‘Érase una vez Europa’: “Sin omitir sus abismos y sus sombras, se trata de rescatar algunas de las cimas de este continente paradoja que llamamos Europa: personajes de destino dramático, de lucidez implacable, que supieron ver que la única civilización posible es la que une al ser humano contra la barbarie; hombres y mujeres que, sin ser perfectos ni creerse la encarnación del bien, acertaron a alumbrar senderos de justicia, de tolerancia y libertad”.
Sobre esos cimientos se edificó la Unión, nacida para durar y para crecer en las crisis. Hecha de materiales consustanciales a la democracia y, por lo tanto, a la libertad de expresión y al periodismo serio. Al periodismo imprescindible.
Por eso, voy a concluir renovando mi adhesión al Llamamiento por Europa, lanzado por la Asociación de Periodistas Europeos el pasado Día de Europa, para conjurar la creciente incertidumbre sobre nuestro proyecto de vida en común.
Fundado en el respeto a valores y principios universales, en el Estado de derecho, el imperio de la ley, los derechos humanos, la igualdad y la solidaridad, ha sobrevivido a muchas tormentas, y afronta ahora una decisiva. Por eso hemos de decirnos constantemente que no tenemos derecho a abandonar el combate en su defensa.
Este premio es un acicate en el camino de compromiso moral, responsabilidad profesional y de esperanza cívica que he procurado fuera el mío desde que empecé mi recorrido.
Muchas gracias.