Fue uno de esos días acalorados del Madrid de las libertades, de unas y de otras. El lunes 9 de junio de 2025 era para mí un día histórico. Lo iba a ser más. Como siempre, casi siempre, esos días salgo de casa con los nueve libros de la historia de Heródoto, para encontrarme por fin con la anglo-francesa casi protagonista de El paciente inglés, pero no: aparecieron Almudena y Elena, siempre solícitas, la una por conservadora, de museos, la segunda por su reporterismo magistral que ha ejercido, en radio, prensa y televisión. “¿Es que no te acuerdas qué día es hoy?”, dijo Almudena acudiendo a uno de sus inigualables cachivaches dialécticos. Claro: hoy era el día del homenaje “a quienes desde el periodismo defendieron las libertades”, lo que significaba que mis más de veinticinco años en la Asociación de Periodistas Europeos (APE), que organizaba el homenaje, y un fundacional seminario ultraperiférico en Lanzarote en 2000, quedaban relegados a mejor ocasión.
Allá nos fuimos, a la sede de la “Fundación Diario Madrid”, en la calle Larra, 14, ¡tantas cosas que contar! “Calla de una vez y escribe la lista, porfi”. Cuando me dicen por favor en inglés me arrobo, si es en francés, estoy en Cannes. En este caso… Ahí va: Raúl Cancio, Juan Luis Cebrián, Pilar Cernuda, Juan de Dios Mellado, Rosa María Mateo, Rosa Montero, Víctor Márquez Reviriego, José Antonio Martínez Soler, Iñaki Gabilondo, Soledad Gallego Díaz, Gorka Landaburu, César Lucas, Román Orozco, Luis del Olmo, Manuel Pérez Barriopedro, Nativel Preciado, Andrés Rábago “El Roto”, Juan Tapia, Maruja Torres y Manuel Vicent. Solo dos ausencias excusadas y un clamor popular como si fuera una saeta, de esas que tanta falta nos hacen. Bendito Serrat.

Acertó la APE y acertó de pleno el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática de Ángel Víctor Torres, y su Secretaría de Estado de Memoria Democrática y su titular, Fernando Martínez, que promovieron el homenaje. Lo promovieron en el marco del programa del Gobierno de España, “España en libertad”, que, entre otras cosas, es curativo para las amnesias históricas, individuales y colectivas.
El secretario de Estado citó a Jorge Semprún, “la única revolución permanente es hacer funcionar la democracia”. Las veinte personas homenajeadas entregaron su vida, y la entregan hoy, para que esto sea así. Alguno se dejó la cara, o la mano, o un ojo, José Antonio y Gorka. Ellas peinan lucidez y ellos canas. Como recordó Vicent, “Cebrián me mandó al Congreso para que escribiera unas cosillas porque ya tenía buenos periodistas que cubrían las informaciones.” Y así hasta hoy, en El País, cincuenta años. Nativel Preciado puso eso que se dice los puntos sobre, y recordó a los anónimos, a los que en las calles se dejaron la piel y la vida por conquistar la democracia. Habló también Manuel Gutiérrez Aragón, en nombre del comité de notables que habían hecho esta primera selección de homenajeados –habrá otras tandas- y Víctor Márquez Reviriego, que lo hizo de tantas sustancias.
El hilo conductor lo llevó Mamen Mendizábal, ¡qué haríamos sin Mamen! Almudena se empeñó en una foto con ella para regalar, eso dijo. Yo también: para mí, y con Berta, además, que estaba en Lanzarote y está ahora en Madrid.
Acabados los fastos, henchidos los anhelos por tanta sabiduría periodística concentrada, busqué con quién comer. Todas huyeron, todos ya lo habían hecho. Caminé hacia la Glorieta de Bilbao y allí la puerta trasera de un bentley oscuro se abrió: Kristin Scott Thomas dijo “do you know?” o algo parecido. Empecé a leerle el segundo libro de Heródoto cuando solicitó un chablis y no dijo “porfi” sino please“. Un día histórico, sin duda.
Por José María Noguerol.