Europa no es perfecta, pero es lo mejor que tenemos

Carlos Yárnoz en la entrega del XIX Madariaga

Carlos Yárnoz recibe la felicitación de Paulino Rivero

No son seguramente los mejores tiempos para hablar de Europa. Pero si es cierto, y la historia así lo confirma, que Europa avanza de crisis en crisis, tendremos que convenir que los europeístas estamos más de enhorabuena que nunca.

Como europeísta, es este el mejor premio que puedo recibir. Por eso, mi profundo agradecimiento al jurado y, por eso también, mis recuerdos más positivos a quienes, durante mi estancia como corresponsal en Bruselas entre 2000 y 2005, contribuyeron a convertirme en activista, en militante por Europa. Varios de ellos están hoy aquí.

Ahora, como en aquellos años, el periodismo sigue jugando un papel clave en el proceso de construcción europea. Ya sabemos que en Bruselas, en las instituciones europeas, ocurren cosas muy importantes.., pero poco atractivas y, en muchas ocasiones, complicadas de desentrañar.

Creo que no he estudiado nunca tanto como en aquella época. Pero también creo que pocas veces he sentido tan claramente la necesidad de explicar de la forma más sencilla y atractiva aquellos asuntos tan importantes que afectaban tan directamente a las vidas de los ciudadanos.

Eran mejores tiempos, sin duda. El euro salía a la calle, se fraguaba una Constitución para Europa o se materializaba, con la histórica incorporación de los países del Este, la mayor ampliación de la familia europea… Un término, por cierto, desaparecido del panorama actual. Todo un síntoma.

Porque ahora, muchos europeístas nos sentimos dolidos por las tensiones y divisiones entre los europeos, por la exagerada influencia de los intereses nacionales en la toma de decisiones, por el excesivo peso de la política económica (o economicista) sobre la Política, sobre la Política con mayúsculas.

Nos duele que, como consecuencia, Europa pierda a raudales el apoyo de los ciudadanos y que sea España el país donde se registra un mayor ritmo en el grado de desafección.

No son pocos quienes suscriben que la Unión está salvando el euro, pero está perdiendo a sus ciudadanos. Y los está perdiendo precisamente cuando más lo necesita, cuando se aventuran profundos cambios que no serán posibles sin la aprobación y el consentimiento de la ciudadanía.

Pero hay salida. Hay solución. Y pasa por Europa, desde luego, pero por una Europa más unida y solidaria que no ponga en riesgo nuestro modelo social.

Es la base del proyecto en el que seguimos creyendo.

Celebramos hoy la Fiesta de Europa porque, tal día como hoy, hace 63 años, Robert Schuman pronunció en París su histórico discurso que arrancaba con esta declaración de principios: “Europa se hará gracias a realizaciones concretas que creen en primer lugar una solidaridad de hecho”.

Unión y solidaridad. Eso es Europa, y no sólo una zona franca de libre comercio. Por encima de una alianza económica, la Unión Europea es un espacio de convivencia, de libertad, de estabilidad, de respeto a los derechos humanos, de democracia, de ayuda mutua…

Eso es Europa. Que no es perfecta, pero es lo mejor que tenemos.

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