SM el Rey en la entrega del XXXVIII Premio "Francisco Cerecedo"

Palabras de S.M. el Rey en la ceremonia de entrega del XXXVIII Premio «Francisco Cerecedo»

La periodista e historiadora Anne Applebaum fue la ganadora en esta edición

European Journalists. 

Last October second, the Association celebrated —you celebrated, we celebrated— its 40th anniversary, so the Queen and I would like to join all of you tonight in congratulating APE. You have certainly reached a very special and significant age; and you have done so ─throughout all these years─ while remaining loyal to your principles and fully dedicated to society. Furthermore, you did it by promoting dialogue, constructive debate and reflection on issues that require both a deep understanding and a firm commitment from us all: Europe, democracy and quality journalism. Three issues that bring us together, which we all share and feel so strongly about ever since the Association was born.

Esta noche nos convoca la entrega del Premio Cerecedo, en su 38ª edición, a Anne Applebaum, que le ha sido concedido por un jurado abierto a todo el arco mediático bajo la presidencia de Doña María Emilia Casas. 

De la ganadora de este año, la periodista, historiadora, columnista y escritora estadounidense Anne Applebaum, dice el Acta de concesión que sus artículos en publicaciones tan prestigiosas, como The Atlantic, The Economist, Evening Standart y The Washington Post, “son una referencia para entender los movimientos sociales y políticos de países europeos donde están en cuestión algunos de los principios, libertades y valores intrínsecos a la Unión”. 

Se reconoce, de este modo, su “labor de investigación y de divulgación”, a la que la autora está plenamente dedicada. Porque, como ella misma afirma, “el verdadero entendimiento, la verdadera comprensión de los hechos, de las historias, requiere tiempo, esfuerzo y concentración”. Y no cabe duda de que todo lo que está sucediendo en este Siglo XXI necesita un análisis riguroso, un periodismo responsable, algo que el mero acceso a las nuevas tecnologías —a pesar de las enormes ventajas que ofrecen— no siempre puede garantizar.

Sabemos que las libertades se aseguran gracias la perseverancia de generaciones; que no se alcanzan de una vez para siempre; que están sometidas a la erosión, a presiones constantes y que requieren un cuidado permanente para que no se debiliten o atenúen ni terminen desapareciendo. Sinclair Lewis, Premio Nobel de Literatura en 1930, en su novela “It Can’t Happen Here” (Eso no puede pasar aquí) ya denunciaba entonces que la manipulación es un mal que existe entre nosotros y que no puede tomarse a la ligera. 

Han sido mucho los cambios que se han producido desde entonces, desde aquella década: históricos, políticos, económicos y sociales. Sin embargo, ese riesgo al que se aludía en la obra de Lewis se ha mantenido durante todo el tiempo. Las circunstancias actuales —con transformaciones muy rápidas, profundas y en buena medida de alcance global— favorecen la aparición de algunas corrientes y teorías que tratan de explicar de manera sencilla fenómenos de gran complejidad.

La simplificación, la desinformación, la propaganda, las falsedades… son herramientas y forman parte de estrategias que no son nuevas, que ya se han utilizado y a las que las sociedades deben prestar mucha atención. Porque es sobre todo ante estas circunstancias ante las que deben primar la información rigurosa y la mayor objetividad, así como el análisis exhaustivo y preciso de los hechos. Unas condiciones con las que Anne Applebaum está firmemente comprometida.

Nuestra premiada escribe su libro “El ocaso de la democracia. La seducción del autoritarismo” con la misma edad con la que el italiano Ignazio Silone redactó “La elección de los camaradas”, una obra a la que Applebaum se refiere en la parte final de su historia. Ella afirma que no existe ninguna hoja de ruta que conduzca a una sociedad mejor, ninguna ideología didáctica, ningún manual. Pero sí podemos elegir a quiénes queremos que nos acompañen: a los que son firmes con sus convicciones, a los que actúan sin eludir a sus referentes, a quienes no se dejan dominar por la pasividad, a quienes no tratan de enfrentar o de dividir. Porque solo con ellos podremos encarar los tiempos en los que todo se cuestiona y en los que las dudas siembran un campo propicio para aquellas posturas que tratan de dañar nuestros sistemas democráticos. 

Para Applebaum nuestras democracias siempre han exigido de los ciudadanos participación, debate y esfuerzo. 

Los valores que ella representa son sumamente necesarios y ella los ha defendido a lo largo de su carrera y continúa haciéndolo a pesar de las consecuencias a las que ha tenido que hacer frente. Por eso, conmueve el relato que hace en las páginas de “El ocaso de la democracia” sobre cómo personas que en un momento dado compartieron amistad, diálogo y entendimiento pudieron llegar a antagonizar sus posiciones hasta viciar e inhabilitar la convivencia.

Compartimos con ella la importancia de una Europa unida en torno a sus principios fundacionales. Como recogía el manifiesto del Club Madariaga, que reúne a los premiados de dicho galardón europeo de periodismo, “Europa es la respuesta, y la suma de sus países miembros resulta ser mayor que la simple adición aritmética de quienes la integran voluntariamente”.

Esa suma, ese progreso de la Unión, necesita del periodismo. De un periodismo:

– Que descarta el ruido y extrae de la avalancha de noticias información depurada, verificada y cierta;

– Que antepone la reflexión a la inmediatez acelerada;

– Que encarna nuestra premiada, a pesar de todas las dificultades que le ha acarreado su defensa.

Gracias Anne por tu valentía y tu clarividencia; frente a las tensiones, distanciamientos, y tergiversaciones. 

Sin duda, esta es una magnífica ocasión para agradecer, por supuesto, a todos los que —desde múltiples ámbitos y desde distintos lugares del mundo— contribuyen a esta defensa de los valores democráticos que representan los Premios de Periodismo Francisco Cerecedo, cuya entrega es posible gracias al BBVA y a su presidente, Carlos Torres.

Allow me to conclude my remarks with a wish. I would like this edition of the Cerecedo Award to be remembered as the one in which the Association rewarded the work which better described what was happening in a turbulent world, not only as a warning but also, and above all, as a message to raise awareness, and as a call for unity.

Thank you, Anne, for reminding us of the value of being together and also working together for a shared set of ideas and universal principles that we must always strive to uphold, and to which we will continue to devote our full attention: none other than the principles of democracy.

Muchas gracias a todos por vuestra compañía y, sobre todo gracias y felicidades a la APE por esto 40 años. Que, por supuesto tengáis ─tengamos─ por delante muchas más décadas ilusionantes y llenas de esperanza.

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