Discurso de Diego Carcedo, Presidente de la APE, en la entrega del XXVI Premio de Periodismo Francisco Cerecedo

Altezas.

Ante todo, muchas gracias por honrarnos un año más con su presencia en esta velada ya clásica en que la Sección Española de la Asociación de Periodistas Europeos quiere ofrecer un reconocimiento público y profesional, o quizás mejor un homenaje, al buen periodismo; al periodismo en el que confluyen una serie de valores que bien conjugados tanto contribuyen a que nuestra actividad, siempre abierta a la crítica y a la autocrítica por supuesto, cumpla plenamente ese objetivo de responsabilidad social que tiene encomendado, y que es el de transmitir a los ciudadanos la buena información que requiere la convivencia en libertad y democracia.

El recuerdo de Francisco Cerecedo, el admirado colega prematuramente desaparecido, que tanto ejemplarizó en momentos políticos muy difíciles para la libertad el ejercicio de esta misión, está presente entre nosotros, y lo estuvo también, no sólo con su nombre, en las deliberaciones y decisión del Jurado encargado de conceder el Premio que hoy culmina su vigésimo sexta edición. A lo largo de más de un cuarto de siglo, la lista de premiados, a cual más ilustre, no ha dejado de incorporar nuevos nombres, cuyo prestigio y méritos de sobra conocidos no necesita volver a resaltar.

Una lista admirable que justifica plenamente el prestigio que el Premio Francisco Cerecedo ha logrado y que ahora se enriquece más aún con la incorporación de Enric González. El Jurado, presidido por la escritora Susana Fortes, que al igual que sus compañeros ha hecho un excelente trabajo, apreció enseguida los múltiples méritos que Enric ha venido acumulando en su ya dilatada carrera profesional, primero como corresponsal en el extranjero, función que volverá a recuperar en las próximas semanas desde Israel, y últimamente como columnista del periódico El País.

Leyéndole, mejor dicho disfrutando cada mañana de la delicia de leerle, uno nunca sabe qué valorar más, si la calidad de su prosa, la documentación rigurosa que maneja, la ironía con que relata y enjuicia los hechos o, algo muy importante en el periodismo actual, la independencia con que expresa sus criterios. Enric González es, sí, un buen alumno de Francisco Cerecedo, y un dignísimo portador de su recuerdo.

Su compañía, Altezas, autoridades, amigos, es sin lugar a dudas un excelente motivo de satisfacción para nosotros, los miembros de la Asociación de Periodistas Europeos, como lo es el poder reconocer públicamente nuestra admiración a Enric González. Pero, en la alegría de esta velada, con tan buena música como hemos escuchado y tan buena cena como nos espera, no podemos olvidarnos, todo lo contrario, del momento difícil que atraviesa nuestra profesión.

La Comunicación en general y el periodismo en particular están en una encrucijada que sin duda establecerá para el futuro un cambio importante en su historia. Son muchos los elementos que confluyen para ese cambio que nos ocupa y nos preocupa. Es un cambio impuesto por las nuevas tecnologías, empezando por Internet que ya ha creado un nuevo medio, el de la prensa on line, y acabando por la televisión digital terrestre, en proceso actualmente de implantación, cuyas ventajas abren horizontes insospechados para la comunicación audiovisual.

Tampoco quiero soslayar la deriva que tanto nos preocupa a algunos en que están entrando algunos medios, especialmente audiovisuales, que intentan mantener audiencias y cuentas de resultados con ofertas de entretenimiento en torno a intimidades y miserias personales de interés puramente morboso y muy alejado, por lo tanto, de la concepción que tenemos de nuestra actividad; ofertas, en síntesis, de calidad y seriedad muy discutibles, que al margen de la degradación social que causan, también crean confusión en la opinión pública; una confusión perniciosa que empaña a menudo la imagen del buen periodismo aunque con el periodismo nada tenga que ver.

Pero por encima de estas iniciativas preocupantes que sólo me permito criticar por el daño que causan al Periodismo en su grandeza, e incluso de los cambios impuestos por la evolución de las tecnologías, que sin duda contribuirán al desarrollo de los medios y a mejor adecuación de las técnicas de comunicación a los tiempos que vienen, en este momento el gran problema que enfrenta el Periodismo es el que se deriva de la crisis económica en que el mundo desarrollado, y por supuesto España, se halla sumergido.

Las empresas periodísticas sufren incluso más que otros sectores industriales las consecuencias de la crisis y los periodistas, lo mismo que el resto de los trabajadores del ámbito de la Comunicación, asistimos con la mayor de las preocupaciones a la desaparición de medios y a la pérdida galopante de puestos de trabajo. Alrededor de cinco mil periodistas, según datos de las asociaciones de la Prensa, engloban ya en nuestro país las largas listas del paro. El panorama es malo y especialmente para las nuevas generaciones de periodistas que abandonan las universidades con una buena formación pero sin unas perspectivas claras poderla demostrar y ejercitar.

No quiero abusar más de su atención ni, por supuesto, abundar en una situación inquietante y de todos bien conocida en muchos de sus pormenores. Estamos en horas profesionales bajas como suele decirse, pero también somos conscientes, y aquí está sin duda la parte positiva que nos anima, de que esta profesión con tantos recursos profesionales y tantos años de experiencia, sabrá superar obstáculos, aprovechar las buenas circunstancias y emprender el camino de un futuro que en las formas seguramente será distinto pero en la práctica se mantendrá fiel a los principios y objetivos de siempre: mantener, insisto, a la sociedad bien informada, con rigor y seriedad, de los hechos relevantes y de su verdad para que luego, cada cual, se forje su opinión.

Ejemplos como el que cada día nos ofrece Enric González, el nuevo premio Francisco Cerecedo, nos marcan el rumbo, y el respaldo que la presencia esta noche de todos ustedes — empezando por la de los Príncipes de Asturias, don Felipe, nuestro Presidente de Honor, y doña Leticia, nuestra admirada colega durante varios años –; el ejemplo, repito, que todos ustedes nos brindan es sin duda un importante factor de estímulo para nuestra Asociación, y creo que para toda la profesión periodística, que no podemos por menos de valorar y agradecer.

Un agradecimiento en el que no puedo por menos de destacar el entusiasmo y la generosidad del patrocinador tradicional del Premio, el Banco Bilbao Vizcaya, y de su Presidente, Francisco González, ausente hoy de España y tan dignamente representado por su director general Carlos Torres Vila. Enhorabuena, finalmente, Enric, por el Premio por supuesto, pero sobre todo por ese ejemplo de profesionalidad con el que tanto nos honras a todos tus colegas. Y, junto a nuestro deseo de que tengan una buena velada, repito, muchas gracias a todos.

Secciones