Discurso de S.A.R. El Príncipe de Asturias en la entrega del VII Premio de Periodismo «Francisco Cerecedo»

Discurso de SAR El Príncipe de Asturias en la entrega del VII "Cerecedo"

El premio de esta noche figura bajo la advocación de Francisco Cerecedo, un periodista tempranamente desaparecido, de cuyas cualidades muchos de vosotros fuisteis testigos. Vosotros me habéis explicado que Francisco Cerecedo nunca se afilió a la mezquindad, ni se dejó ganar por el fanatismo, que siempre se mantuvo ajeno a ese estado de saciedad del vencedor y que fue propenso a compartir las adversidades, que se midió con las noticias, sin servir a otros poderes ni someterse a otras influencias.

Por mi parte, he aprendido de los mejores maestros que quizá la mezquindad y el fanatismo sean los peores enemigos de la libertad de expresión y que la democracia confía en la capacidad expansiva y contagiosa de sus valores como en la mejor manera de imponerlos. Tal vez por eso, porque Francisco Cerecedo confiaba en la democracia, todavía entonces naciente, vivió, como me habéis informado, en una lúcida y permanente desconfianza hacia sí mismo.

Mi felicitación a la ganadora me lleva, por último, a insistir en algo que dije con ocasión del premio del año pasado: que mi interés por la función que corresponda al periodismo, dentro de un sistema de libertades como el vigente en España, incluye la exigencia que el público demanda de respeto, rigor e imparcialidad, de modo que el auténtico ejercicio de la libertad de expresión sirva para combatir la injusticia sin incurrir en ella.

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